- Alcaldes al teléfono

Andreo, como así llama la prensa regional al todavía alcalde de Totana, se ha convertido en inquilino de las primeras páginas de estos días, una vez que el sumario de la “Operación Tótem” ha sido desvelado, ofreciéndonos sabrosas perlas telefónicas de los dos principales encausados, de los que Totana ha tenido la desagradable experiencia de tenerlos como alcaldes, aunque aquel sigue obstinado en su desvergüenza de seguir ostentando un cargo que ya le vino demasiado grande para su escasa formación desde el primer día.

Desconozco si en los momentos de escribir estas líneas, Andreo ha presentado su dimisión, pues es lo menos a que está obligado un individuo de semejante calaña política, cívica y social que pasea sus delitos y sus efluvios carcelarios por un pueblo que está rebasando todos los límites de la tolerancia y se da de bruces todas las mañanas con titulares a cuatro columnas, desvelando las hazañas de una trama que cada vez va teniendo menos secretos y más implicaciones de esta pareja de que han dirigido los destinos de un pueblo de 30.000 habitantes. Por cierto, ¿no tiene nada que decir la plataforma que tanto coñazo dio con el encarcelamiento del alcalde? ¿O siguen en su erre que erre?

Las escuchas telefónicas desveladas lo mismo hablan de las bragas de una alcaldesa que del peligro de que Dios se entere de tanto choriceo y reparto de beneficios, como si de una empresa se tratase, y mucho decir “hostia, hostia” y pasarse la seriedad de un Juzgado por salva sea la parte. Pero queda claro que para el aborigen del Paretón todo vale con tal de que no se entere ni Dios.

Lo del señor Morales, reconozcámoslo, tiene un cariz mucho más internacional, como más refinado, diríamos. No hay más que recordar lo que nos dice al respecto: “Cuando me jubile me iré a vivir a las cataratas de Iguazú”. Lo que, a mi juicio, sería una consecuencia de la campaña “Agua para todos”, esa horrorosa pancarta que, por orden suprema del pepé, afea tantos balcones de ayuntamientos de la Región, Totana incluida. Claro que vivir en las cataratas de Iguazú debe resultar algo molesto con tantos saltos de agua. Uno, que también anduvo por estos parajes entre Argentina, Brasil y Paraguay, y que no son otra cosa que la confluencia de dos grandes ríos, el Iguazú y el Paraná, anhela el agua como buen murciano pero no hasta esos extremos en un lugar plagado de mosquitos, reptiles, selva y humedad. Así que cada mochuelo a su olivo.

En fin, que el teléfono y lo que nos enteramos a través de las escuchas está animando el patio, aunque los implicados, cada vez más implicados y cada vez más protagonistas, se agarran a un enlucido con tal de esquivar lo que se les puede venir encima. En el caso de Morales, con su imprevista e inoportuna depresión -¡hay que ver qué coincidencia más tonta!- su figura ha desaparecido de los escenarios políticos, que no de los medios de comunicación, en los que aparece triunfante y en plan estrella de la operación. El caso de Andreo es muy distinto, ya que, por lo visto, no siente la más mínima vergüenza de acudir al Ayuntamiento para continuar siendo alcalde, desprestigiando el cargo y escribiendo la crónica más negra de la historia municipal de Totana, que contempla de brazos cruzados, salvo los testimonios de los partidos de izquierda y la ciudadanía a la que no se le puede ir con cuentos chinos, plataformas de andar por casa y esas cosas que discurren tan tristemente por este pueblo, el disparate tan grande que está protagonizando este alcalde y el equipo de gobierno que lo sostiene, con el beneplácito del excelentísimo señor presidente de la Comunidad Autónoma, señor Valcárcel, presidente también de su partido.


Señor Andreo: una vez más, y ojalá fuese la última, le digo: “Por pudor,
vergüenza política, ética ciudadana y por tanta cara dura, márchese a casa y
deje ese sillón donde nunca supo acomodar sus nalgas”.

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