- El verbo dimitir

Definitivamente, a los señores del PP no les gusta el verbo dimitir. Ni en los casos límite, como habría que llamar al que nos ocupa de la “operación Tótem”, que está llevando el nombre de Totana a las páginas de todos los periódicos nacionales, a través de las ondas electromagnéticas y por corrillos, correveidiles, chácharas, cotilleos políticos, salas de espera, peluquerías, etc. Y como dicen en Totana, “por su culo un chorro de avispas”.
No es para menos el espectáculo que está dando parte de nuestros paisanos afines al tono esperpéntico que está adquiriendo esta historia. Los apenados por el buen nombre de Totana, de lo que si hubiera algo de menoscabo (que no es así, señoras y señores de la plataforma) los culpables serían exclusivamente los dos últimos alcaldes del PP, cabezas visibles del desaguisado, por quedarnos con la lista corta, deberían centrar sus desvelos en conocer los problemas que podrían derivarse de la nefasta política urbanística de los dos últimos gobiernos municipales. Por lo visto, tanto les da que se carguen el futuro de Totana como población en equilibrio en todos los sentidos a base de paraísos artificiales para una demanda ajena a nuestro pueblo, que ya tuvo su preámbulo cortijero cuando esos mismos gobiernos no tuvieron inconveniente en acomodar un tramo de la autovía a Mazarrón a la medida de las constructoras por el lado menos favorable técnica, económica y ecológicamente hablando, como quedó demostrado. .
Hablando de dimitir, un verbo que en las filas del PP no han aprendido a conjugar, yo diría que ni siquiera a enunciar, comprobamos, sin embargo, que hay un alcalde que quiere seguir siéndolo aún estando en la cárcel, desde donde felicita las navidades a sus conciudadanos con una buena dosis de sensiblería navideña, comentando su triste situación; a pesar de que en las primeras páginas de la prensa regional (en Totana, no, claro, pues en mi pueblo los medios tienen la misma condición que las calles de un solo sentido) aparecen los supuestos cargos que le endosan a nuestra primera autoridad, al margen de decirle claramente que no se fían de sus posibles actuaciones para destruir otras pruebas que pudieran estar a la mano en una sentencia que acaba de producirse, tan clara como el agua para todos. Mal asunto tener un alcalde no sólo bajo sospecha sino seriamente imputado, encarcelado y sin fianza, por delitos que los de sus filas ignoran olímpicamente, porque en la teoría popular, si no te llevas dinero puedes hacer lo que te venga en gana. Como hay diputados que siguen queriendo ser diputados sin ir a su trabajo como los demás mortales y cobrando del presupuesto público. Pero a éste no le aclaman ni le hacen camisetas, vaya.
Claro que de este ex-alcalde y ex-diputado del PP y todo lo ex que quieran ustedes también fue vitoreado y aclamado –sobre todo en las paellas, roscones del día de Inocentes y chocolatadas de la plaza de la Balsa Vieja por los que ahora no quieren saber nada de él. Da la sensación de que mucha gente (acusados, seguidores, jefes de filas) se están tomando este suceso poco menos que como una broma de los jueces y la Justicia, con la colaboración de la guardia civil especializada en estos delitos, según declaraciones del inefable portavoz municipal, señor Reina, una auténtica autoridad en echar balones fuera y hacer arabescos laterales, que para eso cobra. Señor Reina, digo, que, junto con sus otros compañeros de anterior legislatura, debería tomar el portante y, si queda algo de dignidad política, hacer mutis por el foro, esto es, por la Plaza de la Constitución, la calle Mayor Sevilla, la de Santiago, la del Puente o la del General Aznar, a elegir, todas muy dignas para irse a casa.
Qué bonito verbo el verbo dimitir, sobre todo para los demás ¿Recuerdan la cantinela de don José María Aznar, el hoy comisionista y políglota mundial, nuestra máxima autoridad especializada en desacreditar España, bufón del gran amo mister Bush, con aquello de “¡dimita, señor González!” y eso que no tenía nada de qué acusarlo? ¿Y lo de la señora Álvarez, la culpable de todos los retrasos del AVE, cuya petición de dimisión ha dejado secas las gargantas de los populares? Pero claro, eso es una historia y la de los alcaldes y cargos del PP, acusados pública y notoriamente, en clara situación de dimitir y entregar sus actas si tuvieran vergüenza política, es otra bien distinta. Ya se habrán encargado don Mariano, don Eduardo y don Ángel, por un lado, y don Ramón Luis y don Miguel Ángel por otro, de que a nadie se le ocurra dimitir, ni nombrar el verbo, a estas alturas y con las elecciones a la vista, que la cosa va bien con esta larga ceremonia de la confusión –la especialidad de la casa-, que ya verán ustedes cómo este asunto, con la inestimable colaboración de los fieles totaneros, lo llevarán hasta las elecciones sin que el verbo dimitir les salpique, que esas cosas no van con ellos, pase lo que pase, suceda lo que suceda, acontezca lo que acontezca.
La situación no puede ser más variopinta. Un alcalde en la cárcel que añora el sillón y quiere seguir mandando; un diputado técnicamente en la cárcel, que se niega a colaborar con la Justicia; varios imputados en libertad con fuertes fianzas, entre ellos la secretaria de nuestro ayuntamiento; varios miembros del anterior gobierno municipal, con el alcalde en funciones a la cabeza, que firmaron el convenio objeto de la “operación Tótem”, uno de los muchos que ya huelen mal, a ver, en el actual desgobierno municipal con caras de circunstancias en las ruedas de prensa que nos traen penosas declaraciones y una curiosa teoría del delito administrativo, con comportamientos antidemocráticos ante lo que debería ser un clamor:
¿Por qué no dimiten? Con sólo conjugar la primera persona del singular y la primera del plural del presente de indicativo del verbo de marras, sería suficiente. ¡Ánimo!

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- Elevar la política a la categoría de indecencia


Tengo por costumbre cuidar mucho los títulos de mis artículos y de igual forma lo que vierto en ellos, especialmente en esta última etapa donde estamos descubriendo los aspectos más negativos de una perniciosa política urbanística municipal que viene despreciando al pueblo de Totana y menospreciando los principios que deben regir las relaciones entre gobernantes y gobernados.
Desprecio en sus conceptos físicos y químicos, para entendernos, ejerciendo toda clase de vilezas urbanísticas (y lo que viene detrás y ahora se está destapando) porque esta derecha que nos ha tocado piensa que el pueblo es un cortijo donde los votos (histórica votación la última, vaya que sí, lo mismo que histórico encarcelamiento) permiten llevar patente de corso a alcaldes y ex-alcaldes que hacen de señoritos a la antigua usanza, aunque ahora ya los van encerrando, si bien uno de ellos sufre cárcel técnica, pues anda escondiéndose tras privilegios que poco o nada se merece, y los concejales –la pandilla que se ve gratificada por aparecer en los medios de comunicación (¿?¿) y se suman con su voz y con su voto a esta ignominia montada en torno a Totana por puros intereses económicos, que a los interesados confundan.
Hoy, sin embargo, subo la temperatura un pelín tras la lectura de las declaraciones del portavoz del gobierno regional, señor de las Heras, don Juan Antonio, en una demostración de que le pagan por decir las más académicas barbaridades y lanzar ideas tan peregrinas en bloque, un comunicado sobre la “operación Tótem” y la conveniencia de retirar las competencias en urbanismo al Ayuntamiento de Totana, que oscila entre la desfachatez, la caradura política y el desprecio a la objetividad de unos hechos que, por lo visto, al PP murciano se la pone bastante floja, empezando por su señor Presidente, al que sólo le falta montar una romería de acción de gracias al santuario de la Fuensanta, ya que Santa Eulalia no creo que esté para estos menesteres, menos ahora en vísperas de la romería, aunque quién sabe, lo mismo lo proponen desde sus huestes totaneras, puestas en pie de guerra al grito de “yo también soy Martínez Andreo (¡ay, Dios mío, que me va a dar algo!), que, como el de las Cruzadas (¡Dios lo quiere, Dios lo quiere) va corriendo como la pólvora, poniéndonos en bastante evidencia en los foros nacionales.
Hacía mucho tiempo que no se me presentaba un caso tan claro de indecencia política, que no es sino la continuación de las reacciones que estamos viendo en nuestro pueblo, un caso donde el racionalismo se estrella y donde se han rebasado todos los comportamientos cívicos por medio de una pataleta colectiva sin parangón en los anales de esta noble y leal villa de Totana, cuyos títulos no van a empañar ni éste ni ningún otro movimiento choricero en torno al urbanismo, se empeñe esa plataforma con los cables cruzados que anda recogiendo firmas para un asunto que es, como dirían en mi pueblo, como ponerle una puerta al campo. Esas firmas sí que serían valiosos uniéndolas a la otra plataforma, la que no está de acuerdo con el Plan General de Ordenación Urbana de Totana, que en estos momentos es la peor plaga que se cierne sobre nuestro pueblo, gracias a las aberraciones urbanísticas planificadas en la anterior legislatura, con nuestro sibilino diputado señor Morales a la cabeza, y en la legislatura que corre, aunque ahora tenemos un alcalde entre rejas, que, por lo visto y por lo que no se le oye decir, tiene mucho Interés en seguir siendo nuestra primera autoridad. Bueno. En esta situación. se puede escuchar de todo y estamos dispuestos a creemos cualquier cosa por fuerte que nos parezca.
A lo que íbamos, al comunicado del señor Las Heras, que lo puede meter en alcanfor, llevarlo al baúl de los recuerdos y conservarlo como una pieza político-literaria, ejemplo canónico de cómo un gobierno regional no debe manifestarse ante los gravísimos hechos que están sucediendo en Totana, de los que no queremos ni imaginarnos lo que serían capaces de responder estos señores y señoritos del PP totanero, murciano y nacional, para darle también algo de cancha a Rajoy, ahora que anda removiendo votos, de ahí que circulen tan esquivos, tan desmemoriados, tan tristemente beligerantes, encima, tan pobres de argumentos y tan ricos en indecencia política.
Yo no enciendo la lumbre porque al señor Martínez Andreo le acaban de prorrogar su estancia en la cárcel. Los jueces sabrán. Lo único que persigo es que mi pueblo se salve de esta marabunta municipal urbanística a la que invito, por segunda vez, a dimitir y así lavar las manchas que van a quedar tras estos tristes sucesos en torno a la política del ladrillo.
Pero si quieren saber mucho más, que se lo pregunten a parte de mis paisanos, que, está bien que pinten del color que quieran pintar, pero que no sean tan crédulos. Me da pena porque por esas filas andan muchos conocidos y amigos, Al menos hasta estos días..Señores, un poco más de seriedad, y a los señores de Murcia que fabrican esos comunicados menos frivolidad y un poco ,más de vergüenza política.

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- ¿Qué pasa en mi pueblo?


Por lo visto, Totana, mejor dicho, parte de Totana, está perdiendo los papeles. En todo este maremágnum que se ha organizado a partir de que la justicia está intentando poner a cada uno en su sitio por el enorme escándalo destapado en torno a las irregularidades de un convenio urbanístico de 5.000 viviendas, ya de dominio público nacional, por obra y gracia de los últimos gobiernos municipales del Partido Popular, el pueblo de Totana, digo, partidario de convertir en héroe o mártir de la causa a su alcalde, olvida otras muchas cosas que, a mi juicio, tienen una importancia extrema en este feo asunto.

Mis paisanos han salido a la calle a presionar a la justicia, ignorando la prohibición gubernamental, concejales del partido gobernante incluidos. Lo único que falta ya es que organicen una paella en la Plaza de la Balsa Vieja y tiren una traca en honor del alcalde, con vivas y aplausos a la burla de la justicia de la que hace ostentación Morales por no brindarse a rendir cuentas ante ella como el resto de sus paisanos, y encima cobrando del presupuesto público.

Por lo visto, mis paisanos pro-alcalde nada quieren saber de lo que de cierto y sospechoso pudiera haber en la política urbanística de nuestro Ayuntamiento, que es capaz de aprobar convenios que contemplan la edificación de más de 25.000 viviendas (¿con qué perspectiva, vergüenza y rigor se aprueba un disparate de este calibre?), muchas de ellas en lugares tan emblemáticos como Las Cabezuelas o en los límites de Sierra Espuña, exponente de la incompetencia y la irresponsabilidad política, civil y ciudadana de los que han aprobado esa especie de venta del pueblo para devorar a base de ladrillos un pueblo que se ha ido formando a través de los siglos y que ahora ha quedado al capricho de esta panda municipal de inútiles que no dudan en sacar su pueblo a subasta en una de las acciones municipales más desastrosas que se nos ha permitido contemplar en la historia de Totana. Con un poco de vergüenza torera, capearían el temporal dimitiendo en bloque pero estas disciplinas no están en los códigos ni manuales de la derecha española. Habrá que seguir soportándolos.

Pero muchos de mis paisanos no quieren saber nada de esto o, simplemente, a tenor del contenido de las concentraciones, están conformes con esta depredación urbanística que merece un juicio histórico muy severo en este pueblo tan desinformado, tan manipulado y tan peculiar que aplaude por ir a la cárcel y no es capaz de poner unos gramos de razón para intentar comprender la amenaza que se cierne sobre Totana y los más que probables manejos y entresijos de algunos de estos convenios urbanísticos –no me refiero a todos, evidentemente- que ahora están absolutamente cuestionados por el grado de contaminación que pudieran tener.

Resulta penoso y triste comprobar cómo los que presionan a la justicia en mi pueblo no son capaces de aproximarse a la realidad de lo que está sucediendo, salvo que pensemos que están de acuerdo con estos serios brotes de corrupción. No veo por donde coger el asunto, créanme. A mi me parecería bien que los seguidores del alcalde, militantes y simpatizantes del PP adoptaran una postura de cierto apoyo a la presunción de inocencia de nuestra primera autoridad, presunción que a todas luces se esfuma y diluye por la decisión de llevarlo a la cárcel sin fianza.

Muy al contrario, se decide organizar concentraciones de presión, donde el insulto a los medios de comunicación que se dedican a informar y a opinar (los de fuera de Totana, claro), a los partidos de la oposición y simpatizantes es el argumento central de tan sesudas convocatorias; se decide montar una plataforma por el buen nombre de Totana, en el colmo de la sensiblería y la inopia, cuando de lo que hay que defenderse es de los nombres de los que ensucian el panorama, pero Totana no necesita de semejantes historias nacidas en la mente de algunos descerebrados. Totana está muy por encima de tanta mediocridad, populismo y desfachatez de tantos que tendrían que empezar por párvulos para comprender y asimilar lo que es democracia y pluralismo, palabras y conceptos que los desbordan.

Desde que se destapó el frasco de las esencias ladrilleras en mi pueblo vía convenio urbanístico (ya decíamos tiempo atrás que algo olía a disparate y a podrido en nuestra Dinamarca murciana) no he dejado de escuchar simplezas en torno a un asunto que la justicia es la encargada de aclarar y no a través del berrinche político y la pataleta callejera que, en otra ocasión y esta vez con la oposición, no dudó en ponerse al lado del veredicto de esa misma justicia que hoy es cuestionada porque les ha tocado -¡y cómo!- a ellos. Y es que no es lo mismo predicar que dar trigo.

A todo esto y porque no sigo dando crédito a muchas cosas, no paro de preguntarme: ¿Qué pasa en mi pueblo?

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- Maletines, carretas y bueyes


La “operación Totem” sigue su curso en Totana con importantes revelaciones. En mi pueblo todavía hay muchos empeñados en poner las carretas delante de los bueyes, y eso que no hace tanto que dejamos de ser agrícolas para pasarnos al bando del urbanismo versus ladrillo, bueno, quiero decir, los que se hayan pasado, que parecen bastantes por el ruido que arman con eso de tener al alcalde entre rejas sin fianza, sin que, por lo visto, se pregunten en serio y sin folklores políticos de baja estofa por qué será, siguiendo ese estilo tan peculiar que tiene la derecha a la hora de plantearse la realidad política, económica y social.

En los momentos de escribir estas líneas, escucho que el Partido Popular acaba de anunciar la expulsión de Juan Morales del grupo parlamentario y le exige el acta de diputado para que no campe por sus respetos, atendiendo a las últimas noticias publicadas en la prensa nacional donde ya se habla de maletines, cifras y hasta plazos de entrega, todo bien arregladito, vaya. En cuanto al actual alcalde, pese a lo que ya se precisa sobre su protagonismo en este gran negocio, el Partido Popular, de momento, evita pronunciar un veredicto posiblemente para no aguar la fiesta a sus seguidores totaneros, enfrascados en plataformas, tenderetes, martirologios, souvenirs y continuas rabietas. Si todo se confirma, más dura será la caída.

El asunto, queridos amigos, se va despejando como las borias mañaneras, mientras los populares de mi pueblo se organizan para reivindicar el buen nombre de Totana (que lo tiene a pesar de algunos afiliados y responsables de ese partido), cuando habría que agachar la cabeza por tener políticos que se prestan a lo que ya parece una seria evidencia; a jactarse de la captación de afiliados en estas circunstancias, como si eso fuese un síntoma de que nuestro alcalde ha sido enviado a la cárcel por la clásica mano negra que este personal siempre tiene escondida para casos recurrentes, y que el diputado Morales hace muy bien en enrocarse, como si estuviera jugando al ajedrez, y decir ¡miau! a la justicia, ahora que le rondan los maletines llegados desde la dulce Galicia, airiños, airiños, aires, airiños da minha terra…

A mi juicio, la cosa no está para alharacas, ni para tomar churros con chocolate a las puertas del Juzgado, ni para lanzar a bombo y platillo afiliaciones de adhesión a la primera autoridad, ni para plataformas que tratan de confundir y que hacen agua por todas las costuras, ni para salir a la calle a aplaudir a los que, a tenor de las últimas noticias difundidas por todos los medios de comunicación nacionales como Dios manda (aquí no sé si incluir a la Cope a pesar de sus conexiones con la divinidad y el aliento de los monseñores) han sido abiertamente imputados y tildados de principales sospechosos, a los hechos nos remitimos. Ni más ni menos que como corresponde a una autoridad judicial que maneja toda la información (todavía secreto de sumario, así que cosas veredes, amigo Sancho) y que los correligionarios de nuestro alcalde y de nuestro diputado (no olvidemos que donde estaba uno estaba el otro) se han dedicado a denostar, desprestigiar y patalear de la manera más grosera e irresponsable, haciendo una lamentable demostración de aplaudir lo que a todas luces se presenta como un flagrante delito de padre, madre y muy convenio urbanístico mío.

Yo creo que ha llegado el momento de dejar de alentar a falsos héroes y mártires, de cesar de arremeter contra quien está adoptando una postura responsable en todo este asunto y dejar de corear –con merchandising incluido- a los que, de momento, llevan todas las papeletas (y los décimos) de sospechosos y a los que el cerco se les va estrechando por pruebas que ya parecen incuestionables. La época de los mártires, en el sentido más clásico e histórico del término, pertenece a los tiempos del Imperio Romano. Ahora toca fabricar otros productos más acordes con la cruda realidad, les guste o no.

Maletines, carretas y bueyes, por este orden, hacen mala comitiva y peor camino. Los primeros fueron por delante y ya se va sabiendo su contenido, que no es precisamente un anís, y que a más de uno le arreglaría el cuerpo, ya que no el ánima. Las carretas, con los bueyes empujando por detrás, van dando bandazos y la cosa es probable que acabe a trompicones o quién sabe cómo, teniendo en cuenta la capacidad de reacción de los que andan siempre pidiendo entradas para el circo para ver a los mártires que ellos mismos intentan fabricar. En cuanto a los bueyes, pobrecitos, los han colocado de forma inadecuada, haciéndoles sufrir innecesariamente.

Claro que alguien podría pensar que, puestos a seguir con esta historia, no estaría mal poner a los bueyes los primeros, las carretas a continuación y encima los maletines, a ver hasta donde llegaría la penosa comitiva.

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- Totana en el club de famosos


Estos días muchos de mis paisanos andan de uñas, con esto de que Totana ha saltado a la fama nacional –y seguramente más allá- por culpa de la corrupción urbanística, y lo que te rondaré, pues esto no ha hecho más que empezar.

La buena o mala fama de nuestro pueblo, pese a los que confunden el culo con las cuatro témporas, está muy lejos de depender del grado de choriceo de algunos de nuestros paisanos y la millonaria profusión de impactos en los medios de comunicación de semejantes habilidades, como le acaba de suceder a algunos totaneros, de lo que Totana debe mostrarse absolutamente ajena. Lo sucedido en Totana, pese a ser notaria, notable y públicamente reprobado por la Ley, ha provocado manifestaciones a favor -al menos unos centenares de participantes, según la policía, y con cubata en mano, con número sin confirmar oficialmente, las peores y más desafortunadas palabras hacia los medios de comunicación no bendecidos por nuestros refinados y angelicales obispos, ataques a la oposición por “propiciar” semejante campaña pues hasta los más simplotes saben, como acaba de comprobarse en dichas manifestaciones, que los jueces están esperando a ver qué se les sugiere para ir mandando a la trena al personal que anda en edad de merecérselo.

Totana ha saltado justamente a la fama, y yo, como totanero devoto de Santa Eulalia e hijo de Santiago el Mayor, patronos que no se merecen los que andan metidos en perjudicar al pueblo bajo el que están invocados, aunque suban a El Rulo a recibir oficialmente a la Patrona y se paseen por nuestras calles con mucho aire de autoridad y muy circunspectos, me siento orgulloso de ser totanero y de celebrar –vamos a ver si es posible- que puedan evitarse todos los disparates urbanísticos que, como fantasmas esperando su turno de aparición, están al acecho en torno a nuestro pueblo, que ha tenido la desgracia de estar en el objetivo de los especuladores que se han visto apoyados por unos equipos municipales con un concepto triste y lamentable de hacer política y favorecer a unos pocos. Estamos en ascuas por ver lo que son capaces de hacer, después de este triste espectáculo municipal.

Hasta ahora no ha dimitido nadie, ¡faltaría más! Y eso que no son pocos. Veamos: los primeros, todos aquellos que estamparon su firma y prestaron su voz en las sesiones municipales que conducían inexorablemente a Totana hacia el cadalso urbanístico a golpe de amenazador convenio, denunciado por una Plataforma y por miles de alegaciones que nuestros gobernantes vienen escatimando, solapando, ignorando y cuanto de escamotearse trate porque ellos son así de arrogantes y para eso tienen la mayoría más mayoría, más libre, más histórica y más de lo que sea de la historia de Totana, así que ya lo saben. Es muy malo creer que la mayoría da derecho a vender el pueblo al capital.

Pero en el grupo de estos señores, nada más lejos que la dimisión. Ahí están los casos de un alcalde imputado y encarcelado y un diputado regional máximo sospechoso de todo este inmenso negocio –según cantan todos los medios de comunicación- que no renuncian a sus cargos y prebendas en beneficio de mejores tiempos, y es que cuando el servicio público se juzga como posible parte integrante de estrategias económicas y ambiciones multidisciplarias, sucede lo que sucede: la nobleza de la acción política –sustanciada aquí en la figura del aforado, como le sucede a nuestro paisano Juan Morales- sirve de pararrayos a la tormenta civil y quién sabe si penal. ¡Para qué seguir! Después de lo visto en la Diputación de Castellón con otro pez gordo de la derecha, nos lo creemos absolutamente todo. Hasta lo de los cubatas pidiendo la salida del Juzgado del alcalde de Totana en la carpa ferial.

Espero que mis paisanos –los que sean- dejen de avergonzarse de su pueblo, que no tiene ninguna culpa de lo que le están infringiendo desde instancias públicas y privadas, y que aquí no hay más vergüenza que la que no han tenido y no tienen cuantos andan metidos en este sucio asunto, merecedor de cualquier cosa menos de vítores, pareados a coro con ataques soeces a los periodistas que cubrían “la velada de los cubatas” (eso sí que nos debió de dar algo de vergüenza al escucharse en toda España) y opiniones –tan respetables como desafortunadas y del mundo de la ciencia ficción- que convierten a este “caso Totana” en una prueba de que, para algunos, ciertos delitos son dignos de aplaudir. Sencillamente, lamentable.

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