- WANTED - políticos honrados y con vergüenza


D
e un tiempo a esta parte, las ambiciones y el amor al dinero fácil está llevando a muchos políticos a ennegrecer la crónica cotidiana donde todo parece valer y cada cual se hace con su patente de corso: la reiterada negación, pese a las evidencias, el descaro, la desfachatez, la desvergüenza, el desprecio al prójimo y a la opinión pública y, si se me permite el vocablo, un ejercicio de “caradurismo” como no se registra en los anales de la política de mi querida España, esta España mía, esta España nuestra.

Estamos rodeados de mediocridad y de una absoluta subversión de valores, en medio de un choriceo ramplón, más propio de que de encorbatados investidos de una presunta dignidad pública, que corresponderá a los jueces situarla en su debido lugar, si es que las artimañas y las triquiñuelas, disciplinas que cada día van ganando en eficacia política, no lo impiden.

Y así tenemos que un caso de espionaje político lo cierran en un “¡Jesús!” los mismos que lo han provocado, con tan graciosísima señora a la cabeza, sin que se les rompa la jeta en mil pedazos por la turbación. Y anda suelto por el Congreso de los Diputados un ex-ministro, escaso de vergüenza para dimitir por el asunto del accidente aéreo del Yakolet 42, con 63 muertos (quizá pocos muertos para dimitir este redicho y relamido cartagenero) y pida la dimisión de otro por haberse ido a cazar. Y se da el caso de un presidente de diputación, imputado por no sé cuantos delitos, cuyo jefe de filas va pregonando que se trata de un ciudadano honorable. Y que un presidente autonómico de más abajo vaya al sastre a cuenta de otros y responda en unas patéticas declaraciones, como si fuera un pajarillo herido, que “todo se va aclarando”. ¡Ché!, pues que presente las facturas y todo se aclarará, ¡fotre!. Y que el alcalde de este pueblo, gerente de un negocio en ruina general, respondiendo a “La Voz de su amo”, también pida dimisiones ministeriales mientras él ostenta el mayor número de imputaciones delictivas de todos los alcaldes españoles y, por si eso no bastara, oiga, GOBERNANDO TODO UN PUEBLO, CABEZA DE PARTIDO JUDICIAL, EN LIBERTAD CONDICIONAL, O SEA, EN CÁRCEL TÉCNICA. Y que el diputado Morales, por el que tanto suspiraron sus paisanos, su protector Marqués, del altísimas instancias políticas (ahora cazado y puesto en el cepo), y el jefe de filas Valcárcel (más enfrascado en su “agua para todos”, que es lo que le da los votos, como si el preciado líquido fuera de derechas de toda la vida), de vuelta al escaño porque a su médico se le acabaron los partes de baja.

La nómina se haría bastante extensa. Por ahí ya circulan listados oficiales de políticos que se untan las manos y algo más en unas prácticas vergonzosas que el personal de su credo aplaude, protege y hasta casi alienta en estos negocios tan oscuros, tan innobles, tan punitivos y tan deplorables.

Lo dicho arriba: se buscan políticos honrados y con vergüenza. A ver si se van preparando para las próximas elecciones y nos olvidamos para siempre de toda esta tribu.

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- Un caso patológico




N
o acierto a comprender en qué clase de abrevadero sació su sed política el todavía alcalde de Totana, que a estas horas, y tras explotarle en el trasero los mismos cohetes que le lanzaron los de su pesebre cuando, provisionalmente, dejaron sin efecto la imputación de cohecho, se mantiene en el sillón, por más ejemplo que den algunos colegas que ya van arrojando la toalla, pues o no aguantan el sofocón de la imputación o, sencillamente, obedecen a instrucciones de la patronal de Génova para ir disimulando ante tanto bochorno en el ambiente. Y no olvidemos la inclusión del sector textil en estos tufos de corruptelas con los trajes a medida y chalecos papales de bóbilis del gran barón valenciano, objeto ahora de una cruzada justiciera made in Rajoy (una más, ¿y van...?) convocada por los Pericos ermitaños de turno.

Estos alcaldes madrileños que han dejado el sillón por estar imputados (ni mucho menos en la cuantía y el peso en que lo está el totanero) vienen a demostrar que hasta en el choriceopolítico y en la corrupción municipal hay clases y que atrás se van quedando los de peor instrucción y más torpes, como el que nos toca aguantar, mientras los que se retiran –o retiran, tanto da- al menos tienen la condición de haberse acogido a la vergüenza política, una disciplina que Martínez Andreo desconoce, pues él sólo está apuntado a prácticas que lo están desacreditando de por vida. Y mi pueblo, como si no pasara nada. Habrá que llevar este pueblo al psiquiatra, encabezado por sus políticos gobernantes y acompañados, si gustan, por algunos peces más bien gordos de Murcia, capital del choriceo por la gracia de Dios.

A este alcalde que, como si nada, sigue inaugurando, presidiendo, y paseándose en libertad condicional, le va a pasar como a aquel gitano que le hacían un círculo con tiza alrededor de los pies y decía que él no podía salir ni zafarse de aquello. Se ha hecho su círculo, se ha cerrado al exterior, no escucha más que a los suyos y piensa que los votos llevan licencia de cometer cierta clase de delitos que él y los suyos tratan de convertir en actos de caridad al prójimo que lo vota. Vivimos una época lacrimosa.

Está claro -y acudo al sabio refranero español- que “cada uno es como Dios le hizo y aún peor muchas veces”.

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- Cohetes de ida y vuelta




S
emanas atrás nos hacíamos eco de la carpetovetónica sesión de cohetes que los del pesebre del alcalde de Totana soltaban por los barrios de este pueblo, para celebrar –mentira y gorda- que al nuevo Mesías de la derecha recalcitrante, señor Martínez Andreo, se le retraba la imputación de cohecho, esto es, de haberse llevado la viruta por el caso Tótem. Claro que todavía le quedaban 8 púas pendientes de desclavar del retablo de las maravillas.

Semanas después, un Auto (no confundir con el coche de luxe que se ha mercado el alcalde) de la Sala de lo Civil y lo Penal del TSJ, devuelve el sobreseimiento provisional a los corrales y dice si las imputaciones no están claras que se aclaren y que hay que seguir con la imputación. Volvemos a la situación pre-cohetes.

O sea, que los jubilosos cohetes, que transgredieron su condición en nuestro pueblo de artefactos pirotécnicos religiosos, pues en Totana siempre se lanzaron en honor a Santa Eulalia y pare usted de contar (recordemos la familiar figura del municipal “el Charlot” en los tiempos casi del cuplé), deben estar ahora de vuelta desvelándonos, para quien quiera verlo, su carácter pagano y su torcida condición de cohetes políticos.

Yo creo que con el simbolismo de esta devolución de cohetes, el indigno alcalde Martínez Andreo, colmados ya todos los vasos donde se han ido acumulando lo que ya estamos hartos de repetir, si le queda algo de vergüenza política, debe pedir el finiquito, con vacaciones pagadas (¡más tiempo, no, por favor!), aparcar el coche en la puerta del Ayuntamiento, ofrecer un vino español a los suyos y salir derecho para su retiro político per omnia saecula saeculorum, amen. Otra cosa es su responsabilidad penal, en lo que yo no soy quien para entrar.

Y unas líneas para el presidente Valcárcel:
Estimado presidente: imagino que las portadas de los periódicos de esta mañana te habrán dado que pensar, con vientos huracanados de corrupción urbanística en el pepé. Si tu partido continúa en las mismas, que Dios os perdone. Si, por fin, os decidís a emular lo que hacen los rojos socialistas tan sólo a la media hora de conocer que alguno de los suyos ha sido imputado, ¡enhorabuena! por quitaros la venda de los ojos y el plomo de los pies.

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- Totana, singular e irrepetible



Por estos días me viene al caletre una de las páginas más negras de la reciente historia de Totana: el asalto al Ayuntamiento en la última legislatura socialista por la subida de impuestos, ataque frontal alentado en vengativa manifestación por el pepé de entonces, verdadero promotor de la algarada con vistas a la siembra de votos, (de lo que todavía están por avergonzarse oficialmente) con el hoy super-diputado en situación de baja laboral por presión, más que por depresión, ilustrísimo e imputadísimo señor Morales, antaño jefe de la leal oposición, acompañado de su delfín Martínez Andreo, el hogaño bochornoso y ridículo alcalde de Totana, que está conduciendo al Ayuntamiento y al pueblo, esto es, al personal, a una situación de auténtico surrealismo.

Si en el histórico asalto que comentamos, con intentos de agresión incluida al alcalde Martínez Baños, la derecha se puso en pie de guerra contra elrojo infiel hasta con anuncios en unidades móviles con altavoces, como si de una función de circo se tratara, la precaria situación por la que está atravesando actualmente la institución no sólo mantiene en silencio a las obedientes huestes y mesnadas que celebran con cohetes y petardos de todo a 100 que al alcalde sólo le resten ya ocho imputaciones con la Justicia, sino que hasta le parece bien todo este cúmulo de desatinos y tropelías políticas.

Pasada la moviola por aquellos indignos y luctuosos acontecimientos, que dieron la medida de la escasa instrucción democrática de organizadores y forofos, volvemos a la actualidad que nos ha traído, muy posiblemente, los peores años de la vida municipal totanera desde el siglo XVIII, en que fue declarada Alcaldía Mayor, un baldón que se lo viene ganando a pulso el impresentable alcalde, y digo impresentable porque, entre otros atributos, ¿cómo puede seguir siendo alcalde un personaje que “goza” de libertad condicional desde hace casi un año?

Una vida municipal inmersa en una situación económica con un profundo agujero económico que, pese a la larga cola de acreedores, no impide que el alcalde se vaya de compras y se traiga un coche de lujo de no sé cuantos kilos de pesetas, chófer incluido y del pesebre, claro. En fiestas podía ponerle una bocina y llevar bien alto de volumen aquello de:

¡Conducir, conducir!”
¡Embalar, embalar!    
           Y tocar la bocina al compás:
¡Pááhhhh.páááhhh´!    

Una vida municipal que ha multiplicado cargos, concejales liberados, sacudiéndose servicios que se ponen en manos de empresas privadas, hablándole al pueblo del sexo de los ángeles, repartiendo la viruta de todos por los del pesebre oficial, poniéndole puertas al campo, pataleando porque no se aprueba el PGOU con su secuela de alta especulación urbanística, subiendo los impuestos (¿habría que asaltar el Ayuntamiento otra vez?), gastándose el dinero que no tienen presupuestado en restaurantes y dietas que no falten, oiga... ¡Un auténtico desastre!

En fin, una vida municipal sin rumbo pero con tronío para malgastar y hacer de lo no procedente una especie de gimnasia diaria en virtud de los tantísimos votos que los totaneros depositaron como prueba de confianza (digo) y que ahora se han convertido en una continua y sangrante engañifa, todo dirigido por el fenómeno de su gran jefe y sus 12 apóstoles que a buen seguro caerían en estado místico en una nueva penúltima cena (con cargo al presupuesto, claro), con permiso de don Leonardo.

Totana, mi pueblo, ciudad alfarera (cada vez menos, lamentablemente), singular e irrepetible. Ya nos van conociendo por eso.

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