- El desprecio a un Santuario



Se cumplen por estas fechas seis años desde que un irresponsable capricho empresarial, una mercadotecnia ramplona o la mediocridad de los creativos contratados por la empresa adjudicataria de la explotación hotelera de La Santa, la inopia de los gobiernos municipales, la falta de respeto a la historia y al Santuario, todo a la vez, desembocó en la lamentable y desgraciada decisión de bautizar el hotel de La Santa con el falso nombre de “Hotel Monasterio de Santa Eulalia”.

Aparte de lo que supone de engaño a los clientes y a la publicidad, nos encontramos ante una muestra palpable de que en Totana es posible llevar a cabo disparates mayúsculos sin que al personal le importe un ardite este tipo de patrañas y la falta de seriedad y rigor histórico en torno a un extraordinario patrimonio artístico y a un paraje que pertenecen al pueblo de Totana, y en el que algo tendría que decir –solemne y definitivamente- el Patronato de La Santa (Parroquia de Santiago y Ayuntamiento), que no se quiere despeinar en este enorme despropósito, del que nos tendríamos que avergonzar todos los totaneros por consentirlo.

Se suma así a la lista de disparates locales vigentes este asunto en el que el catetismo, cortejado por la indiferencia, lleva camino de ganar la partida. Ni autoridades –civiles y eclesiásticas-, ni el movimiento asociacionista –especialmente atento a lo que le llega desde el pesebre municipal-, ni la ciudadanía más comprometida con la cultura, dan pasos adelante para sacudirse este golpe bajo dado al, en este caso, despreciado e ignorado Santuario de Santa Eulalia, joya artística de la Región de Murcia para la primera mártir del santoral martirial nacional.

Al grito de “¡Santa Eulalia, ¡¡¡¡agua!!!”, secular invocación de los totaneros hacia el cielo en multitudinarias rogativas desde 1629, mándanos, querida patrona de Totana, en este cumpleaños que mejor no celebrarlo, toda el agua que puedas, a ver si con ella lavamos esta afrenta de tus hijos.


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- “La Voz de su amo”



En alguna ocasión, en artículos e intervenciones al caso, he puesto de manifiesto el buen nivel cultural que en Totana, en los últimos diez años, se ha ido logrando gracias al alto número de edición de libros, formando así una importante bibliografía sobre nuestro pueblo. En este terreno todos los gobiernos locales, sin distinción de colores, respondieron de forma adecuada ante este importante reto cultural. A esto, pero a distancia, se unía la proliferación de “medios de comunicación”, que, en teoría, ofrecían un buen plantel de opciones lúdico-informativas..

"Medios de comunicación”, de los que lamento decir que se ven envueltos en un auténtico naufragio en alta mar. Desde la más pura tendenciosidad para magnificar al que paga y amenaza, hasta el más elocuente silencio cuando no conviene, pasando por la ausencia más absoluta de crítica para no molestar, los lamentables acontecimientos que están envolviendo a Totana en este último año y medio son sistemáticamente tergiversados, moldeados o silenciados, cuando no aclamados, y certifican que eso de “medios de comunicación” resulta una falacia, sin cancha ni opción para los que opinan lo contrario. Esto se llama clientelismo, pesebrismo, amiguismo y temor a quedarse sin pienso municipal. Un panorama desolador. Ya no se trata de ejercer una postura de apoyo al poder, que sería lícita, sino de ponerle una mordaza a los opositores con su crítica o a los hechos escondiendo su realidad. La historia sabrá pasar factura, engrosando la cola de acreedores de un Ayuntamiento gobernado por unos auténticos picapiedras de la política, anclados en su prehistoria con un alcalde metido en su caverna megalítica.

Llamemos las cosas por su nombre y no confundamos. En Totana los artificieros del pepé han construido para los “medios” un enorme botafumeiro de grueso calibre que ni el de la catedral de Santiago de Compostela. A pesar de tan religiosa operación no hay ningún medio de comunicación como Dios manda. Más bien, como en los famosos discos, hay mucha “Voz de su Amo”. Ya saben: el perrito y el altavoz.

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- De nuevo por los juzgados



Por lo que leo, esta semana Totana y sus corrupciones vuelven a los juzgados de la capital. ¿Y van?... Ahora le toca el turno a Proinvitosa, esa entidad que en otro tiempo recibió un aire vivificador, con una gestión que fue calificada de modélica desde diversas instancias, y que ahora está en la agenda de las imputaciones, después de haber sido tocada por las santas manos del gobierno del pepé, que, al contrario que el mítico rey Midas, que todo lo que tocaba se convertía en oro, todo lo que toca el pelotón de Pepe “el todavía” se convierte en humo de pajas, por no recurrir al lenguaje escatológico.

Tanto ir venir ante los jueces se está convirtiendo en una costumbre para el personal de bastantes ayuntamientos de la Región, el nuestro el primero, transcurriendo todo en una agónica y parsimoniosa espera de una Justicia que nunca acaba con los papeles, prolongándose unas situaciones que, si alguien no lo remedia, terminará por aburrir al más templado y hasta acabar con el santo Job, si viviera entre nosotros. 

Sea como fuere, “el buen nombre de Totana”, oscurecido por la tropa que proclamaba defenderlo, anda de nuevo por los pasillos de los juzgados, revoloteando por el papel prensa, webs, ondas radiofónicas y la TV que no se alimenta en los pesebres del poder. Y San Marcos con su garabazo, a las puertas. ¿Por qué no una gran “garabazada” en la Plaza de la Balsa Vieja, promovida por los mismos de las paellas y los roscones de inocentes, ahora que parece que les ha llegado viruta de los rojos? Es lo que mejor saben hacer.


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- La degradación política



E
stamos asistiendo a numerosas ceremonias en las que políticos revestidos de pontifical, o sea, con sus mejores galas presidenciales, de diputados, de alcaldes con parca ilustración pero listos para hacerse con todo –verbi gratia, hasta con un coche oficial de lujo en plena crisis-; de fiel tropa siempre rondando con cuchillo y tenedor por los pesebres tan nutritivos de la derecha, y demás comparsas, nos están ofreciendo un lamentable espectáculo que poco a poco se va consolidando como un estilo de hacer política.

Un estilo cuya consigna estelar es arrimar toda la leña del monte - cuanto más seca, mejor- a Zapatero y a los suyos, no importa cómo ni de qué manera, a ver si el poder, que por lo visto está hecho para ellos a medida, se pinta de azul, que ya está bien, autorizados como están por la divinidad para organizar los desaguisados que convenga. Algo parecido como con los trajes a medida, que están hechos para la gente fina, que ellos alardean de representar. Por eso, y por lo visto, se los regalan –y sin poner ni siquiera el hilo- para que uno de los suyos haga de Beau Brummel, como Stewart Granger en su día.

Trajes a medida de buena pastorra, espionaje en familia organizado con tejemanejes de thriller y happy end para doña Esperanza, que parece escapada de una zarzuela madrileña, chuleándose del personal del patio de vecinos; amparo y cobijo de la corrupción urbanística que se vende como beneficio para el pueblo; conversaciones telefónicas donde se reclaman comisiones millonarias, afán de rápido y vil enriquecimiento que se va instalando en la cultura colectiva como ejemplo a seguir por quien buenamente pueda; ataques patológicos al poder judicial cuando las sentencias les hacen pupa, reparto de coches de lujo para agraciados que miran hacia los lados mientras otros mueven los papeles en la dirección conveniente; vergonzosa indiferencia por las responsabilidades de un auténtico caradura –para más inri, “responsable” de la justicia de su partido- en un accidente aéreo con 63 víctimas mortales pero que no le impidió lo incalificable de pedir la dimisión de un ministro rojete que se fue a cazar conejos con un juez.

Pese a estos y otros baldones, la sacrosanta oposición no parece sufrir el castigo de sus votantes, que lo ven todo de forma tan natural, sin sobresaltos, sin estupor ni sonrojo, sin retortijones estomacales ni santas pedorretas por semejante uso de la política, con el añadido, como ocurre en el caso de Totana y tantos otros pueblos gobernados por alcaldes mediocres enamorados del ladrillo, de la onerosa gestión de los fondos públicos y el desprecio a las políticas sociales del Gobierno central, caiga quien caiga.

Considerando que el panorama no puede ser más desolador; considerando que la corrupción ya es como algo de casa; considerando que para la derecha todo parece valer con tal de lograr sus objetivos de mandar al por mayor, hemos de convenir –y convenimos- que la degradación política se está instalando en nuestro entorno, camino de convertirse en moneda corriente.

Si hemos de pensar que a mayor corrupción, a mayor insidia política con continuos ataques al sistema, al personal se la va a seguir poniendo indiferente -y sin escatimarles el voto a esta tropa de vocaciones inconfesables-, mejor será que vayamos pensando en otras disciplinas para solazarnos y poner a buen recaudo nuestra esperanza como ciudadanos, a ver si, mientras tanto, la razón y el sentido común devuelvan a quien corresponda algún gramo de decencia, de responsabilidad y de ética.

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- Lo que deben los totaneros



L
eo la inquietante noticia de que cada totanero debe oficialmente 1.126 euros por la deuda de su Ayuntamiento a los bancos, lo que hace un total de 32,6 millones de euros (unos 5.400 millones de pesetas), a repartir aritmética y religiosamente entre todos, esto es, unas 187.000 pesetas por cabeza. Es muy probable que ahí vayan incluidas las paellas y los roscones de inocentes electoralistas a los que ya nos tienen acostumbrados. Y da la casualidad (con visos de puñetera) que el alcalde y los apóstoles del ramo se cuidaron no despegar el pico ni montar ruedas de prensa, como suelen hacer ante la más mínima chorrada, sobre este enojoso asunto -aún siendo su obligación informar- del que imagino saldrán por los cerros de Úbeda, cada vez más cerca de Totana, porque siempre habrá ocasión de echarle la culpa a Zapatero.

Ante esta catástrofe económica que se enseñorea de mi pueblo, uno no tiene más remedio que acordarse de aquel “plan económico”, parido entre rejas, para salvar a Totana que dio a luz la sarcástica primera autoridad todavía, que, aparte de su absoluta falta de ética, se enfrenta hoy a una kilométrica cola de acreedores frente al pesebre en que se ha convertido el Ayuntamiento desde la época imperial de su maestro, el ex-alcalde Morales, si no han utilizado ya fondos del Gobierno, destinados al programa de promoción del empleo, para desclavar púas.

Pese a todo, este alcalde que nos ha caído en tan mala suerte no ha tenido remilgos ni vergüenzas para utilizar dinero público en un coche de lujo, para pasearse con chofer y escolta, todo en el mismo despropósito, y ahora “exigiendo” al Gobierno Central el pago de la “deuda histórica”, pensando así –intuyo- en seguir desclavando púas entre los totaneros afectados.

“Deuda histórica” que, según leo, cuadraron a golpe de capón y aritmética socorrida el portavoz municipal del partido que manda en este pueblo con tantas tragaderas (gobernar es otra cosa), esperando que le salgan mejor las cuentas que en PROINVITOSA (que aquí lo que mejor cuadra son su sueldo y sus dietas), con la inestimable colaboración de la presidenta del pepé local, que bien podría dedicarse a organizar un cursillo en La Santa orientado hacia la regeneración política, lingüística y ciudadana de sus cuadros de mandos municipales y dejarse de deudas fantasmas, que aquí los únicos que están en deuda, con la democracia, con la historia y con el pueblo, son el alcalde y sus palmeros, amén del presidente Valcárcel por mantener en activo y con semejante aviso de ruina esta vergüenza política en Totana. 

Viene al caso citar una famosa anécdota de un párroco que tuvo Totana después de la guerra civil, don Gabriel Cebrián, al que le tocó restaurar la parroquia de Santiago y, por supuesto, recaudar fondos a base de insistentes colectas, de las que con bastante frecuencia, y de esta guisa, daba cuenta en la multitudinaria misa de 12 de los domingos: “Queridos hijos: después de las colectas y limosnas, de la recogida de cepillos, de donativos…” (entonces, daba pelos y señales de todas estas incidencias), “TENEMOS…” (y daba la cantidad en pesetas en caja). Y continuaba: “Por lo tanto, queridos hermanos, teniendo que pagar…” (tantas pesetas), “DEBÉIS…”

Pues eso, después de (tantas pesetas en impuestos) y con semejante deuda bancaria, amén de las de diario, los totaneros ya tienen un ejemplo de esa brillante política económica de Andreo y los suyos, siguiendo la línea iniciada por Morales en celebrar continuos alboroques y gasto en piolas, viajes, subvenciones al pesebre más fiel porque se las prometían felicísimas con el filón de los convenios urbanísticos, aunque fuese a costa de hipotecar el futuro de Totana de la mano de la corrupción, como así señala el dedo índice de la Justicia con imputaciones a destajo. 

Ahora sólo queda iniciar una campaña con orquesta y coros (a lo Ray Conniff) y proclamar que el Ayuntamiento de Totana no paga porque no cobra la “deuda histórica”, claro, y así no se puede trabajar. ¿Hasta cuando hemos de aguantar tanta desvergüenza?

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- WANTED - políticos honrados y con vergüenza


D
e un tiempo a esta parte, las ambiciones y el amor al dinero fácil está llevando a muchos políticos a ennegrecer la crónica cotidiana donde todo parece valer y cada cual se hace con su patente de corso: la reiterada negación, pese a las evidencias, el descaro, la desfachatez, la desvergüenza, el desprecio al prójimo y a la opinión pública y, si se me permite el vocablo, un ejercicio de “caradurismo” como no se registra en los anales de la política de mi querida España, esta España mía, esta España nuestra.

Estamos rodeados de mediocridad y de una absoluta subversión de valores, en medio de un choriceo ramplón, más propio de que de encorbatados investidos de una presunta dignidad pública, que corresponderá a los jueces situarla en su debido lugar, si es que las artimañas y las triquiñuelas, disciplinas que cada día van ganando en eficacia política, no lo impiden.

Y así tenemos que un caso de espionaje político lo cierran en un “¡Jesús!” los mismos que lo han provocado, con tan graciosísima señora a la cabeza, sin que se les rompa la jeta en mil pedazos por la turbación. Y anda suelto por el Congreso de los Diputados un ex-ministro, escaso de vergüenza para dimitir por el asunto del accidente aéreo del Yakolet 42, con 63 muertos (quizá pocos muertos para dimitir este redicho y relamido cartagenero) y pida la dimisión de otro por haberse ido a cazar. Y se da el caso de un presidente de diputación, imputado por no sé cuantos delitos, cuyo jefe de filas va pregonando que se trata de un ciudadano honorable. Y que un presidente autonómico de más abajo vaya al sastre a cuenta de otros y responda en unas patéticas declaraciones, como si fuera un pajarillo herido, que “todo se va aclarando”. ¡Ché!, pues que presente las facturas y todo se aclarará, ¡fotre!. Y que el alcalde de este pueblo, gerente de un negocio en ruina general, respondiendo a “La Voz de su amo”, también pida dimisiones ministeriales mientras él ostenta el mayor número de imputaciones delictivas de todos los alcaldes españoles y, por si eso no bastara, oiga, GOBERNANDO TODO UN PUEBLO, CABEZA DE PARTIDO JUDICIAL, EN LIBERTAD CONDICIONAL, O SEA, EN CÁRCEL TÉCNICA. Y que el diputado Morales, por el que tanto suspiraron sus paisanos, su protector Marqués, del altísimas instancias políticas (ahora cazado y puesto en el cepo), y el jefe de filas Valcárcel (más enfrascado en su “agua para todos”, que es lo que le da los votos, como si el preciado líquido fuera de derechas de toda la vida), de vuelta al escaño porque a su médico se le acabaron los partes de baja.

La nómina se haría bastante extensa. Por ahí ya circulan listados oficiales de políticos que se untan las manos y algo más en unas prácticas vergonzosas que el personal de su credo aplaude, protege y hasta casi alienta en estos negocios tan oscuros, tan innobles, tan punitivos y tan deplorables.

Lo dicho arriba: se buscan políticos honrados y con vergüenza. A ver si se van preparando para las próximas elecciones y nos olvidamos para siempre de toda esta tribu.

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- Un caso patológico




N
o acierto a comprender en qué clase de abrevadero sació su sed política el todavía alcalde de Totana, que a estas horas, y tras explotarle en el trasero los mismos cohetes que le lanzaron los de su pesebre cuando, provisionalmente, dejaron sin efecto la imputación de cohecho, se mantiene en el sillón, por más ejemplo que den algunos colegas que ya van arrojando la toalla, pues o no aguantan el sofocón de la imputación o, sencillamente, obedecen a instrucciones de la patronal de Génova para ir disimulando ante tanto bochorno en el ambiente. Y no olvidemos la inclusión del sector textil en estos tufos de corruptelas con los trajes a medida y chalecos papales de bóbilis del gran barón valenciano, objeto ahora de una cruzada justiciera made in Rajoy (una más, ¿y van...?) convocada por los Pericos ermitaños de turno.

Estos alcaldes madrileños que han dejado el sillón por estar imputados (ni mucho menos en la cuantía y el peso en que lo está el totanero) vienen a demostrar que hasta en el choriceopolítico y en la corrupción municipal hay clases y que atrás se van quedando los de peor instrucción y más torpes, como el que nos toca aguantar, mientras los que se retiran –o retiran, tanto da- al menos tienen la condición de haberse acogido a la vergüenza política, una disciplina que Martínez Andreo desconoce, pues él sólo está apuntado a prácticas que lo están desacreditando de por vida. Y mi pueblo, como si no pasara nada. Habrá que llevar este pueblo al psiquiatra, encabezado por sus políticos gobernantes y acompañados, si gustan, por algunos peces más bien gordos de Murcia, capital del choriceo por la gracia de Dios.

A este alcalde que, como si nada, sigue inaugurando, presidiendo, y paseándose en libertad condicional, le va a pasar como a aquel gitano que le hacían un círculo con tiza alrededor de los pies y decía que él no podía salir ni zafarse de aquello. Se ha hecho su círculo, se ha cerrado al exterior, no escucha más que a los suyos y piensa que los votos llevan licencia de cometer cierta clase de delitos que él y los suyos tratan de convertir en actos de caridad al prójimo que lo vota. Vivimos una época lacrimosa.

Está claro -y acudo al sabio refranero español- que “cada uno es como Dios le hizo y aún peor muchas veces”.

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- Cohetes de ida y vuelta




S
emanas atrás nos hacíamos eco de la carpetovetónica sesión de cohetes que los del pesebre del alcalde de Totana soltaban por los barrios de este pueblo, para celebrar –mentira y gorda- que al nuevo Mesías de la derecha recalcitrante, señor Martínez Andreo, se le retraba la imputación de cohecho, esto es, de haberse llevado la viruta por el caso Tótem. Claro que todavía le quedaban 8 púas pendientes de desclavar del retablo de las maravillas.

Semanas después, un Auto (no confundir con el coche de luxe que se ha mercado el alcalde) de la Sala de lo Civil y lo Penal del TSJ, devuelve el sobreseimiento provisional a los corrales y dice si las imputaciones no están claras que se aclaren y que hay que seguir con la imputación. Volvemos a la situación pre-cohetes.

O sea, que los jubilosos cohetes, que transgredieron su condición en nuestro pueblo de artefactos pirotécnicos religiosos, pues en Totana siempre se lanzaron en honor a Santa Eulalia y pare usted de contar (recordemos la familiar figura del municipal “el Charlot” en los tiempos casi del cuplé), deben estar ahora de vuelta desvelándonos, para quien quiera verlo, su carácter pagano y su torcida condición de cohetes políticos.

Yo creo que con el simbolismo de esta devolución de cohetes, el indigno alcalde Martínez Andreo, colmados ya todos los vasos donde se han ido acumulando lo que ya estamos hartos de repetir, si le queda algo de vergüenza política, debe pedir el finiquito, con vacaciones pagadas (¡más tiempo, no, por favor!), aparcar el coche en la puerta del Ayuntamiento, ofrecer un vino español a los suyos y salir derecho para su retiro político per omnia saecula saeculorum, amen. Otra cosa es su responsabilidad penal, en lo que yo no soy quien para entrar.

Y unas líneas para el presidente Valcárcel:
Estimado presidente: imagino que las portadas de los periódicos de esta mañana te habrán dado que pensar, con vientos huracanados de corrupción urbanística en el pepé. Si tu partido continúa en las mismas, que Dios os perdone. Si, por fin, os decidís a emular lo que hacen los rojos socialistas tan sólo a la media hora de conocer que alguno de los suyos ha sido imputado, ¡enhorabuena! por quitaros la venda de los ojos y el plomo de los pies.

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- Totana, singular e irrepetible



Por estos días me viene al caletre una de las páginas más negras de la reciente historia de Totana: el asalto al Ayuntamiento en la última legislatura socialista por la subida de impuestos, ataque frontal alentado en vengativa manifestación por el pepé de entonces, verdadero promotor de la algarada con vistas a la siembra de votos, (de lo que todavía están por avergonzarse oficialmente) con el hoy super-diputado en situación de baja laboral por presión, más que por depresión, ilustrísimo e imputadísimo señor Morales, antaño jefe de la leal oposición, acompañado de su delfín Martínez Andreo, el hogaño bochornoso y ridículo alcalde de Totana, que está conduciendo al Ayuntamiento y al pueblo, esto es, al personal, a una situación de auténtico surrealismo.

Si en el histórico asalto que comentamos, con intentos de agresión incluida al alcalde Martínez Baños, la derecha se puso en pie de guerra contra elrojo infiel hasta con anuncios en unidades móviles con altavoces, como si de una función de circo se tratara, la precaria situación por la que está atravesando actualmente la institución no sólo mantiene en silencio a las obedientes huestes y mesnadas que celebran con cohetes y petardos de todo a 100 que al alcalde sólo le resten ya ocho imputaciones con la Justicia, sino que hasta le parece bien todo este cúmulo de desatinos y tropelías políticas.

Pasada la moviola por aquellos indignos y luctuosos acontecimientos, que dieron la medida de la escasa instrucción democrática de organizadores y forofos, volvemos a la actualidad que nos ha traído, muy posiblemente, los peores años de la vida municipal totanera desde el siglo XVIII, en que fue declarada Alcaldía Mayor, un baldón que se lo viene ganando a pulso el impresentable alcalde, y digo impresentable porque, entre otros atributos, ¿cómo puede seguir siendo alcalde un personaje que “goza” de libertad condicional desde hace casi un año?

Una vida municipal inmersa en una situación económica con un profundo agujero económico que, pese a la larga cola de acreedores, no impide que el alcalde se vaya de compras y se traiga un coche de lujo de no sé cuantos kilos de pesetas, chófer incluido y del pesebre, claro. En fiestas podía ponerle una bocina y llevar bien alto de volumen aquello de:

¡Conducir, conducir!”
¡Embalar, embalar!    
           Y tocar la bocina al compás:
¡Pááhhhh.páááhhh´!    

Una vida municipal que ha multiplicado cargos, concejales liberados, sacudiéndose servicios que se ponen en manos de empresas privadas, hablándole al pueblo del sexo de los ángeles, repartiendo la viruta de todos por los del pesebre oficial, poniéndole puertas al campo, pataleando porque no se aprueba el PGOU con su secuela de alta especulación urbanística, subiendo los impuestos (¿habría que asaltar el Ayuntamiento otra vez?), gastándose el dinero que no tienen presupuestado en restaurantes y dietas que no falten, oiga... ¡Un auténtico desastre!

En fin, una vida municipal sin rumbo pero con tronío para malgastar y hacer de lo no procedente una especie de gimnasia diaria en virtud de los tantísimos votos que los totaneros depositaron como prueba de confianza (digo) y que ahora se han convertido en una continua y sangrante engañifa, todo dirigido por el fenómeno de su gran jefe y sus 12 apóstoles que a buen seguro caerían en estado místico en una nueva penúltima cena (con cargo al presupuesto, claro), con permiso de don Leonardo.

Totana, mi pueblo, ciudad alfarera (cada vez menos, lamentablemente), singular e irrepetible. Ya nos van conociendo por eso.

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- La crisis y el alcalde de Totana



Si hay un pueblo que, por muchas razones, no se merece el alcalde que tiene, aunque muchos lo aclamen y le pongan el laurel de los héroes olímpicos que patrocinó el dios Apolo tras sus cuitas amorosas con Dafne, ese pueblo se llama Totana. Si hay un alcalde que no merece serlo y debería estar repasando manuales de comportamiento general, tanto con paisanos que no le votan como con la oposición política que no respeta, algún libro de urbanidad y de cómo se debe gestionar un Ayuntamiento y el dinero de los demás, ese alcalde es Martínez Andreo, un oscuro ejemplar del pepé más recalcitrante que ha bebido en las fuentes del desprecio político a sus contrincantes, en la democracia a lo fascista, en el mesianismo político, en el descaro más vergonzante y en el uso abusivo de unos fondos públicos, el dinero de todos los totaneros, para llevar a Totana, gracias a su trayectoria, a las más altas cotas de vergüenza nacional.

En unos momentos en los que la crisis económica acapara todo el espacio informativo y crítico nacional, el infumable alcalde de Totana, imputado por ocho delitos, una de las ovejas negras del del señor Valcárcel, ahora en plan descarriado, que deja sus mejores dentadas para perseguir a los partidos de oposición (no distingo a saber qué clase de piel y qué especial mondongo les tolera soportar a semejante cohorte prehistórica en los Plenos municipales), el infumable, decía, hace alardes de la peor estofa con los dineros públicos, mientras el Ayuntamiento lo tiene a pan pedir, los proveedores esperando un milagro, la oposición sin percibir sus fondos correspondientes para ejercer su ministerio en medio de una pandilla que no cesa de recibir varapalos judiciales, y el pueblo de Totana pasándolas canutas y con los brazos cruzados ante el “ejemplo” de su alcalde, que se pasa la crisis por el arco del triunfo.

Veamos: como hay que quitarse personal de ese inmenso pesebre que ha ido formando y que ya iniciara su antecesor, el Ilustrísimo Señor y senador Morales, el baranda de turno viene y privatiza el servicio de mantenimiento de los jardines municipales y se lo endilga (¡a ver!) a un ex-concejal de la anterior legislatura, titular de urbanismo (siempre la misma canción) que dimitió por causa del Plan General de Ordenación Urbana, la gran joya de la corona del pepé totanero, con más trampas que una película de chinos y que está tardando más de la cuenta en llevarlo a la basura para que lo recoja un camión municipal y lo conviertan en papel reciclado, que sirva para algo positivo. Se trata nada más que de 677.000 euros. Los trabajadores, por lo visto y cosa natural, se han opuesto porque muchos ya saben lo que les espera.

Y ahora, el coche oficial. Tanto me da de donde proceda el dinero. Aquí se trata de 40.000 euros, casi 7 millones de pesetas, en un coche para el señorito alcalde, imagino que con chófer, puesto que el filigranas en economía tendrá que seguir maquinando en el asiento de atrás mientras recorre la geografía murciana repartiendo su doctrina mesiánica, su mala fama y su pésima gestión que lleva camino de meter al Ayuntamiento en una situación de bancarrota, si no lo está ya. Esto es un auténtico escarnio y un síntoma de la execrable sensibilidad que tiene la derecha en estos momentos tan difíciles. Esta ocurrencia en un alcalde socialista habría desembocado, seguramente, en un auto de fe en la Plaza de la Balsa Vieja, con paella y todo.

Otra más. En el último pleno, según leo, el partido gobernante, el que tanto votan los totaneros (y que sigan haciéndolo, a ver si explota aquello y algún personal serio se hace cargo de la situación) aprobó algo menos de 40.000 euros, sin consignación presupuestaria, para gastos de protocolo (o sea, viajes, comidas del alcalde y concejales, dietas, cohetes propagandísticos y humo de pajas), igualmente en unos momentos donde el personal ya deja hasta de tomar el aperitivo, con lo que nos gusta a los españoles.

Pero esto no acaba aquí, porque el pesebre no se puede abandonar y hay que alimentar estómagos para mantener el tipo en estos momentos en los que el alcalde se apunta al desembarco de Normandía con tal de hacerse una foto y demostrar al pueblo que tanto lo quiere y lo aclama que es absolutamente necesario para, como decían los antiguos, procurar la felicidad de la cosa pública (por no decir República y confundir a algunos lectores). Y, claro, pese al enorme disparate presupuestario del Ayuntamiento de Totana en cuestión de personal (Capítulo I, grande y libre, nunca mejor dicho), el nuevo Mesías viene y sube a ocho los concejales liberados y reparte algo de alpiste entre el pesebre más joven de su antiguo partido, del que, si mal no recuerdo, fue presidente. Podríamos seguir, hay más, pero ¡para qué seguir!

Corren tiempos en los que toca hablar de la crisis, aunque, a decir verdad, en Totana la verdadera crisis se llama Martínez Andreo, don José.

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- ¿Quo vadis, Totana?

 

Recuerdo cuando en el Ayuntamiento de Totana gobernaban los “señoritos” o, si lo prefieren, los inquebrantables e incondicionales del Régimen y de la España Una, Grande y Libre. Por entonces, el futuro de Totana se llamaba construir “casas baratas”, inaugurar fuentes y grifos en los barrios, poner el agua corriente en las casas, asfaltar el centro del pueblo, que como N-340 que era soportaba todo el tráfico, todos los humos y todos los ruidos entre Cádiz y Barcelona, y poco más, que uno recuerde, porque el proyecto de la Balsa Vieja dormía el sueño de los justos en planos y bocetos que se exponían en el Ayuntamiento.

Hoy, en los inicios de 2009, que nos deja como herencia arrastrada del 2007 un alcalde bastante más que desprestigiado, unas arcas municipales con más telarañas que la lámpara de Aladino y con más púas y alcayatas que en una ferretería, un equipo de gobierno obstinado en mantener al cadáver político de Andreo, una política municipal de estampitas y cromos para aparecer todos los días en televisiones, páginas webs y papel impreso del pesebre (por ahorrarme el honroso nombre de “prensa” con libertad crítica), siento que nuestro Ayuntamiento se ha convertido en un auténtico cortijo donde es posible hacer la más nefasta política municipal (y me estoy refiriendo a los asuntos de cierta importancia) sin que al peculiar pueblo de Totana se le ocurra la más mínima para salir del disparate político que se está viviendo (y coleando) en esta ya tristemente famosa Totana.


Casi un millón de pesetas diarias para pagar sólo intereses de esa deuda que ya cabalga sobre los 50 millones de euros (y sigue, y sigue), pese al Plan Marshall de Andreo, que se trajo de sus soledades enrejadas de Sangonera (me consta que hubo más de media docena que se lo creyeron), sin un duro para invertir y tratar de recuperar puestos de trabajo de esta crisis. por supuesto siempre ajena al maravilloso pepé, (aunque en el Ayuntamiento el pesebre siempre está abierto a los incondicionales y a los que hay que pagar servicios prestados) pero pagando recibos de móviles y paseos de las brasileñas por nuestra geografía –los totaneros siempre tan generosos-, y gastos de mesa y mantel al señor alcalde, porque su dignidad gastronómica está por encima de todo, son índice de los pésimos rumbos que va tomando la actividad municipal por estos andurriales.

¡Qué quieren que les diga! Yo casi prefiero aquellas corporaciones franquistas que no podían hacer otra cosa que, brazo en alto, callar y obedecer a lo que les llegaba de Murcia vía Gobernador, amén Jesús, camarada, pero había bastante menos indecencia política que en la actualidad, y sin tratar de poner el futuro del pueblo en manos de especuladores con un Plan General de vergüenza, sin el más mínimo sentido de las previsiones futuras en una ciudad que algún día tendrá que expresar con total claridad la indignidad de quienes trataron de ponerla en el mercado de la corrupción urbanística por sus manifiestas incapacidades de saber gobernar como la ética, el sentido común y el desinterés aconsejan y ponen de manifiesto en la sagrada labor municipal.

Entonces las cosas adquirían otras dimensiones. Las pesetas sueltas y los céntimos tenían su importancia. Se procuraba enriquecer el patrimonio público, no como ahora que todo está en venta para ir haciendo frente a las incapacidades de los que nos gobiernan en tan gran mayoría (¡a ver si repiten en las próximas, nos llevan a la ruina total y compran el pueblo los americanos, tan aficionados a las cosas antiguas de otros países, y nos ponen, como a los monasterios románicos, junto al río Hudson, a la vera de New York, y Andreo de alcalde, claro).
Tras el desastroso panorama que nos envuelve, edulcorado estas fechas por roscones electorales, musiquillas campanilleras, presupuestos municipales que Dios nos pille más que confesados, actitud numantina del cada vez más enamorado de su sillón, proyectos de nuevas rotondas y hermanamientos para hacerse pipí de la risa, y seguramente refuerzo de la campaña de protección de los incondicionales y de los que no ven más allá de sus narices, y acogiéndonos al aforismo de que entre el día y la noche no hay pared, en Totana todo sigue como estaba, para honda preocupación de los que no pertenecemos al pesebre, no recibimos subvención, ni tiramos cohetes, ni acudimos con pancartas a los plenos municipales. Por eso nos preguntamos: ¿Adónde vas, Totana?

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