- El presidente y la "Operación Tótem"

Con más frecuencia de la deseada, venimos leyendo, a raíz de la "operación Tótem”, que, teniendo en cuenta que al todavía alcalde de Totana, contumaz por conservar su sillón pese a los baldones que le han caído encima, no se le imputa el delito de cohecho, ya está todo prácticamente resuelto y que las imputaciones que lo han llevado a la cárcel y su salida provisional mediante precio son de orden menor y, puestos a eso, casi ni de orden.

Poco más o menos, en estos términos se expresaba días atrás el presidente Valcárcel con ocasión de unas declaraciones donde, dentro de su línea tradicional, arremetía contra diversas instituciones siguiendo el manual de campaña de su partido en cuestiones de escándalos, escandalillos y escandalazos. Se lamentaba, igualmente, de que Juan Escudero, en Los Alcázares, haya tenido que aflojar 10.000 euros menos que su ex-colega totanero, y sin pisar la trena por “similares delitos”.

En estas declaraciones, que, más que pronunciadas por un presidente de Comunidad Autónoma, parecían de un aprendiz de mítines, el padre de la Región no desaprovechó la oportunidad para enviar un misil con cabeza nuclear a sus señorías de la Fiscalía de Murcia y hacerles responsables del “circo mediático” organizado en torno a Totana, que, con todo lo que diga don Ramón Luis, no le llega al zancajo del tiberio, entre lo esperpéntico y lo carpetovetónico, que la delegación totanera de su partido organizó en torno a tan luctuoso acontecimiento carcelario. Mientras, en el ínterin, surgía una plataforma que oficialmente pedía rúbricas para “recuperar” el buen nombre de Totana (se equivocaron de nombre, pues Totana poca culpa tenía de contar con un alcalde tan light y más de cuatro años de gobierno de derechas rendido al ladrillo), mientras intentaba hacer presión para influir en la excarcelación del alcalde amigo de hacer favores (como lo de Calatayud pero en la construcción), como ha acuñado la vox populi más próxima y leal.

Lo perverso de este asunto no es que a algunas de las más altas instancias y dignidades de nuestra Región se les calienten los morros con estos exabruptos y opiniones reñidas con las finezas y el estilo versallesco que deben caracterizar las intervenciones de quienes tienen el santo deber de orientarnos y moderarnos en cuestiones políticas y dejar a la Justicia tranquila. Aquí está el busilis de la cuestión. Se trata de minimizar la importancia de las imputaciones y removerles las alfombras y los sillones a los jueces, puesto que, según la teoría de la derecha, al no haber cazo manifiesto no hay delito que imputar porque esas “menudencias administrativas” son, como dirían en la huerta, pan, pijo y habas y, además, el mejor escribano echa un borrón. Y para eso la derecha, bien pertrechada de esta pseudomoral que tan bien les ilustra y define, organiza, en formación de batería de campaña, su equipo de sabuesos y doctores en cazar gazapos en cuestiones de procedimientos judiciales para esquivar -legalmente, claro- la ley y sus penas, y lo que haga falta.

Y en esas estamos. En puesto de pronunciarse por limpiar de polvo y paja la vida pública, se estrujan el magín para ver cómo travestir el delito en virtud; la corrupción, en buenas prácticas ciudadanas dirigidas al progreso de la comunidad; la prevaricación, en error administrativo; la deslealtad a un pueblo por administrar sin rigor y de forma irresponsable su progreso y poner en peligro su futuro, en engañifa sin paliativos... La “operación Tótem”, que pasará a la historia de Totana como un correctivo a las torcidas maneras de gobernar un pueblo desde su Ayuntamiento en cuestiones urbanísticas (los historiadores nos preocuparemos de que no falte esta referencia), parece llevar camino de convertirse en la “operación Apaño”, a juzgar por las posiciones de trinchera y tácticas de contraataque que está tomando la derecha, que se olfatean a través de las declaraciones del presidente Valcárcel y corte política. Aunque de todo esto lo que menos me cuadra es qué tipo de iluminación trascendental y mística actúa sobre el alcalde de Totana para seguir siendo tal, desestimando el camino más honesto que se le abría desde su excarcelación: dimitir, sin más.

Una reflexión final. La lengua española tiene más de 4.000 palabras procedentes del árabe. Una de ellas es “alcalde” (de ‘al-qadí’, “juez”) el todavía alcalde de Totana no sólo no está haciendo honor al significado de su cargo sino que, al mismo tiempo, tampoco se puede ser juez y parte. Perdida esta noble condición, su continuidad es poco menos que una burla.

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- ¿Dónde estaba Totana?


Totana, mi pueblo, una vez más, se ha mostrado con claridad y sin subterfugios como un notable ejemplo de sociología política digna de profundo estudio. A las esperpénticas respuestas colectivas de una parte de la ciudadanía a raíz de la encarcelación del alcalde de Totana, quien ha vuelto a sentarse en el sillón pese a no contar con la confianza de la Justicia e, imputaciones aparte, estar privado de parte de su libertad, convirtiéndose así en el alcalde más sui generis de la democracia española, hay que unir hoy la actitud del pueblo de Totana ante la manifestación del sábado contra el Plan General de Ordenación Urbana.

La manifestación, que contó con numerosa asistencia y participación venida desde muchos puntos de la Región, tuvo su principal enemigo en el ancestral miedo de mis paisanos a este tipo de pronunciamientos. Porque, habrá que decirlo, mis paisanos bien que se movilizaron cuando el pepé de la época del hoy en cárcel técnica y entonces alcalde Morales convocó y alentó, en un acto que ya los descalifica de por vida, el asalto al Ayuntamiento de Totana por la subida de impuestos, porque eso de que nos toquen el bolsillo...; o se movilizaron, también alentados por la misma fuerza política, a recibir a los sardineros para ser obsequiados con un pito, resultando vergonzoso ver al pueblo de Totana, vestido “de guapo” detrás de una charanga...; o se movilizan para arreglarse de migas o de roscón en actos políticos en el comedor de campaña del pepé, en la versión totanera migas y votos del panem et circus romano; o se movilizan para glorificar a un alcalde fichado por la Justicia, que ha tenido que depositar el equivalente a 11 millones de pesetas para ser excarcelado y poder circular, pero solo por territorio nacional.

Mis paisanos se mueven y se movilizan, ya lo creo, pero no ante ocasiones tan lúcidas y tan importantes como la del sábado, donde está en juego el porvenir del pueblo ante la amenaza de un superdesarrollo cimentado y levantado con los materiales de la corrupción, vendido a los mandarines del ladrillo que tanto les da destruir un yacimiento arqueológico que llevar la agresión a los límites de un parque natural, que desequilibrar parajes rurales, alterar el paisaje, y, encima, siguiendo las instrucciones de su patronal, tienen la desfachatez de crear, con este último alcalde, discípulo aventajado de Morales, el factótum de los 60 convenios urbanísticos 60, encima, digo, crean una concejalía de “desarrollo sostenible”. Y, encima, sigo diciendo, quieren pasar por el tubo, esto es, pasar bajo las horcas caudinas, el Plan General de Ordenación Urbana, que cuenta, como así se dijo en el manifiesto de la concentración del sábado, nada menos que con 4.500 alegaciones. ¿Dónde está la vergüenza para pasar por alto todo este catálogo de asaltos al sentido del equilibrio, a la ética, a la consideración de un pueblo, a la legalidad, a la responsabilidad política? Este equipo que trata de gobernarnos a su peculiar estilo –ignorando cuanto se opone a su manifiesta irresponsabilidad-, deberá dar cuenta a la historia de Totana si, Dios no quiera, este cúmulo de desgracias en cadena se llevaran a cabo.

Calles vacías, ventanas cerradas, indiferencia en los rostros, ausencias manifiestas... Totana ofrecía su aspecto más triste fuera de una manifestación que mostraba su alegría, su exquisitez de comportamiento, (sin necesidad de vigilantes de orden), su magnífico sentido cívico, ofreciendo una auténtica lección de cómo hay que organizar una concentración ciudadana sin insultos, sin ofensas, sin sectarismo, con la colaboración de ciudadanos venidos de fuera y que contribuyeron, por su número y por su calidad, a este desfile que espero haya dado una lección en todo sentido a los que entienden estas cosas como instrumentos de agresión y abierta beligerancia para batir al enemigo político (no les gusta el nombre de “contrincantes”).

Totana, en un sentido colectivo, pese a los muchos totaneros participantes, estaba ausente. Y eso se llama de varias maneras: miedo de algunos, desgana de otros, indiferencia de tantos, insolidaridad de no sé cuantos. Lo siento por mi pueblo, al que defiendo como mejor puedo. Por su parte, los que nos desgobiernan desde esa Plaza de la Constitución que clamaba “Gobierne quien gobierne, Murcia no se vende”, tienen la desvergüenza política de dar a la prensa una nota donde se tilda de “pantomima” a este magnífico ejemplo de comportamiento ciudadano. He de recordarles que han tenido que acudir al término que mejor les define en todo lo que está sucediendo en Totana. Pues ha sido toda una auténtica payasada cuanto han organizado en torno al alcalde (esta historia es el hazmerreír de la España democrática), que resulta ser el primer bufón de este gran circo que la derecha totanera ha montado en torno a una cuestión de honor de la que se están burlando con total impunidad, cortedad de pensamiento y largueza de irresponsabilidad.

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- Un poco de cordura, por favor

He dedicado bastantes años a indagar e interesarme por las cosas de mi pueblo, buscando siempre el dato de interés para ir recomponiendo situaciones y momentos históricos, ver cómo afrontaron los totaneros de otros siglos los problemas importantes que tenía Totana, en fin, cómo anduvieron por los tiempos históricos en busca de una vida apacible en este rincón tan hermoso que se nos ha regalado. Por ahí andan algunos libros que tuve el placer de escribir y que se unen, modestamente, a ese magnífico conjunto bibliográfico sobre Totana con que contamos hoy.

La historia de Totana está salpicada de sucesos de toda condición: guerras, malas cosechas. falta de agua, condiciones miserables de existencia y, claro que sí, momentos o situaciones de gran alegría: el origen de nuestras fiestas de Santa Eulalia, la construcción de la nueva ciudad, la traída del agua de La Carrasca a la fuente de la plaza, la alegría general por ir consiguiendo, paso a paso y pagando lo reglamentario a Sus Majestades, los títulos de “noble”, “leal” y “ciudad”, que son nuestros mejores blasones como pueblo trabajador, solidario ante las peores situaciones y acogedor por naturaleza.

Este largo pero necesario introito viene a cuento de la lamentable situación por la que está atravesando Totana a raíz de la “operación Tótem”, cuyo resultado más espectacular y debatido ha sido la encarcelación de nuestro alcalde, hecho singular en la España democrática y que muchos de los totaneros han interpretado a su manera, subvirtiendo el sentido común y la cultura de la imputación de delitos con puestas en escena donde no han faltado los insultos, la sinrazón y, en fin, toda una llamada a la jihad pepera, ofreciendo un espectáculo al país que ha posibilitado que ya nos conozcan en la otra media España que no nos conocía. Con el añadido de que, a causa de tanto dislate, estamos siendo el hazmerreír de cuantos conocen las variopintas, esperpénticas y surrealistas situaciones que nos ha tocado vivir en este culebrón ladrillero. Y esto, lamentablemente, va a pasar a forma parte de nuestra historia.

El tono actual del debate no me gusta un pelo. Desde luego, no soy el primero que lo dice y no me resisto a pedir un poco de cordura en lo que estrictamente es una cuestión política y que el pepé –digámoslo sin ambages y sin intenciones aviesas- está conduciendo el tomate como este partido suele freírlo, que no hay más que ver el comportamiento de la sección episcopal del partido (más que obispos parecen avispas revoloteando) para darnos una idea de hasta qué extremos llega el pensamiento de la derecha española.

Me dicen y me cuentan que se están estableciendo distancias entre muchas personas de signo político diferente, que en determinados momentos el ambiente resulta poco agradable, electrizante en ocasiones. ¿Qué se puede esperar de todo esto cuando hasta el mismo equipo de gobierno lleva a cabo declaraciones de carácter incendiario, lamentables cuando menos, en unos momentos en los que se precisa un poco de cordura y bastante honradez para afrontar los problemas que ellos mismos han originado con su política de convenio urbanístico y tente tieso.
¿Y qué me dicen de eso de confeccionar una lista de establecimientos comerciales cuyos propietarios están vinculados a la derecha? Eso me parece llegar demasiado lejos. A un servidor, con todos los respetos a la libertad de expresión, no le parece de recibo aportar estos datos en una discusión política como arma arrojadiza. Sencillamente, no, y lo lamento.

Estos días he escuchado al alcalde, que, como si aquí no hubiese pasado nada, desea hacer “campaña de imagen de Totana”, reunirse con colectivos (seguro que buscando su apoyo), paseándose por los foros regionales para ir tonificando el cuerpo y su doctrina, queriendo implicar –¡esto si que es gordo!- a la ciudadanía para que todo vuelva a su cauce. Y, encima, como es tan democrático el alcalde de Totana (todavía) se le ocurre decir que la manifestación del sábado, organizada por personas que no quieren ver la Región de Murcia vendida desde la impunidad de los Ayuntamientos, tiene el objetivo de crispar el ambiente. Me da pena ver que mi pueblo está gobernado (todavía) por un alcalde que hace estas declaraciones y que está ocupando un sillón que se lo habrán dado los votos pero que los acontecimientos últimos lo desacreditan para seguir sentándose en él. Además, ¿cómo puede un pueblo tener un alcalde que tras ser excarcelado está obligado a presentarse semanalmente en el juzgado de su pueblo y requisado su pasaporte? Medidas cautelares, desconfianza, fianza, imputaciones... Y nos habla de campaña de imagen del pueblo que se empeña en dirigir. ¿No sería mejor que se ocupara de la suya y dejara a Totana tranquila?

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- El alcalde de Totana no está solo


Según hemos podido comprobar, el todavía alcalde de Totana, ciudadano Martínez, no regateemos la condición a pesar de los jamones que tiene colgados en la despensa urbanística del Ayuntamiento de Totana, debidamente etiquetados por el control de calidad de la Justicia, es una de las rutilantes estrellas del firmamento del hit parade regional de la “presunta” corrupción. No solamente no está solo el todavía alcalde de Totana sino que, a su lado, en amor y compaña, como debe ser entre colegas y gente del rollo, aparecen hasta 26 nombres 26, 1 del PSOE 1, vamos a ponerlo por delante para que no se diga, y 25 del PP 25 implicados en esta tragedia pública que nos asalta y que lleva ya visos de auténtica catástrofe política, mientras la derecha murciana no siente oficialmente el más mínimo rubor porque su presidente, a pesar de lo que dijo en su día -¿para qué recordarlo?- no hará nada hasta que se produzcan las sentencias, pese a las múltiples imputaciones que están ensuciando el olimpo pepero hasta límites insospechados, cosa que nos duele pues nos gustaría contar con un panorama no tan desolador y poco edificante.

Ni mucho menos voy a dar la lista de cuantos andan metidos en harina (alcaldes, concejales, directores generales, algunos con la condición de ex, diputado), pero sí les voy a decir (por favor, tomen nota) que en http://www.vegamediapress.com/, entrando a mano derecha, encontrarán la lista bajo el nada tímido título “La vergüenza nacional”,encabezada por el todavía alcalde de Totana. Eso sí, voy a dar los 20 pueblos 20, que eso queda muy ilustrativo y da una cabal idea de la vocación ladrillera que últimamente le entró a buena parte de la tropa política de la Región: Abanilla, Águilas, Alcantarilla, Archena, Cieza, Fortuna, Fuente Álamo, Lorca, Los Alcázares, Mazarrón, Mula, Murcia, Ojós, Puerto Lumbreras, San Javier, Torre Pacheco, Totana, Ulea, Villanueva del Río Segura, todos, menos el segundo, feudos del pepé.
Junto a esta significativa nómina, que se amplia generosa por las anchas tierras de España y alguna que otra isla adyacente, qué se puede decir sino lamentar este incalificable abuso de la política municipal principalmente enfocada a la especulación del suelo, al negocio rápido, con el añadido del desprecio a los intereses de los pueblos cuyo verdadero progreso radica en el equilibrio y no en la invasión de los espacios, sean los que sean (limites de parques naturales, costa, parajes singulares, zonas con yacimientos arqueológicos...) porque unos y otros tiran de la misma cuerda, siendo claramente culpables –y no presuntos- de atentar contra lo mejor que tienen nuestros pueblos cargados de historia: el progreso en armonía y sin atentar contra los valores que los ennoblecen: tradiciones, equilibrio natural, valores culturales, normas y sistemas de vida que entroncan con la historia, etc. No me canso de repetirlo puesto que me duele profundamente lo que se intenta hacer con mi pueblo.

No quiero terminar mi lamento sin celebrar la convocatoria de esa manifestación en la mañana del sábado 16 en Totana, promovida por la Plataforma NO A ESTE PLAN GENERAL, que, sencillamente, quiere remover las conciencias ciudadanas sobre este asunto sin que ello presuponga que se condene la importante actividad constructora que caracteriza a nuestro pueblo, que esa es otra cuestión que nadie debate.

La lista de pueblos de más arriba y la manifestación comentada son dos cuestiones que expresan a las claras lo que está sucediendo en la Región de Murcia, un capítulo –bastante extenso, por cierto- de una historia donde hay demasiados escenarios, demasiados personajes, demasiada corrupción, demasiados engaños, demasiados disparates, demasiado descaro y puntos suspensivos para que usted ponga lo que se le ocurra...

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- Lo que hay que tener


Estas últimas semanas vengo escribiendo una serie de artículos, algo parecido a una serie, que comienza por “lo que”. De este modo hemos desarrollado algunas ideas sobre lo que está en juego y sobre lo que no se sostiene. Hoy volvemos sobre estas mismas huellas, ya que la situación política en Totana, con el regreso del alcalde a ese sillón que tanto le gusta, tanto que no ha tenido lo que hay que tener –cada cual que ponga lo que estime conveniente- en una tesitura tan clara como la que se ha producido, con una autoridad que acaba de volver de dos meses entre rejas, visto cómo le retiraban su pasaporte y obligado a dejarse ver por el Juzgado.

Y, claro, yo me hago algunas preguntas: ¿Qué clase de alcalde tenemos?, ¿a qué especie política pertenece?, ¿en qué condiciones, entonces, ha de dimitir uno?, ¿qué confianza van a tener los ciudadanos que no están encuadrados en esas multitudes creadas por nuestra Policía Local?, que algunos medios perfilan más como un “numeroso grupo”, vaya por Dios. Pero resulta que si analizamos el panorama de la Región de Murcia , teniendo de fondo la indignante actitud de la patronal del pepé ante lo que está sucediendo en varios de sus Ayuntamientos, habrá que convenir que estamos ante una evolución de la política y el concepto sobre la gestión de los cargos públicos que, cuando menos, resulta intolerable, bochornosa y vergonzante, por dejar los calificativos en un trío, que siempre resulta socorrido.

Vuelvo a decir que en nuestra sociedad murciana se está instalando, si no se ha instalado ya, una lamentable aceptación de la comisión de determinados delitos como la cosa más natural del mundo, para la derecha, claro. Y, mientras tanto, sus dirigentes, con el fin de no hacer frente a estas situaciones, orientan sus tesis pulsando los resortes de la crispación, la mentira y la contraofensiva (aquello de “y tú, más”), desprestigiando a la Justicia, a los jueces y a cuantos se pongan por delante, sin miramientos y con la ayuda de sus eminencias reverendísimas, ese rebaño con voz aflautada que le encantaría llevar bajo palio a Rajoy.

Así nos luce el pelo, queridos amigos. El verbo dimitir no se ha hecho para estos muchachos. Tendremos que ir pensando que se trata de un verbo de izquierdas o, si lo prefieren, progresista. Se ha llegado a extremo en el que al noble ejercicio de la política se le está sometiendo a toda clase de vejaciones, mientras algún diputado, varios alcaldes y muchos concejales campan por sus respetos sin el menor sentido de la vergüenza y honradez política, sin respeto para los ciudadanos que rechazan abiertamente las prácticas ilegales y el desprecio por el equilibrio de los pueblos. Esa clase de políticos debería estar absoluta y totalmente marginada no sólo para ejercer sino para olfatear un cargo público, dando paso a los que entienden la política como un servicio a todos los ciudadanos y no a los magnates de la viruta y a los de la cuerda, que son los que aplauden con las orejas toda la sarta de disparates y absurdos que corren con permiso de la autoridad y aunque lo impida el tiempo.

Desde bastante antes de la excarcelación del alcalde de Totana, venimos escuchando lo razonable, sensato, digno y ético que sería por su parte presentar la dimisión. Nada más lejano de todo eso. En un acto incalificable, el señor alcalde –encarcelado, imputado con no sé cuantos delitos, en libertad provisional previo afloje de 11 millones de pesetas, controlado en sus idas y venidas, aireados sus “favores” por toda España y países de expresión española y por toda la comunidad europea...- regresa a sus cuarteles de invierno tras habernos dejado algunas perlas de la literatura carcelaria y haber enfervorizado a las masas (cada vez más masas con la Policía Local contando), elevando a actuaciones místicas todas las irregularidades administrativas llevadas a cabo.

Ante esta situación tan lamentable, el arriba firmante, como ciudadano totanero y fervoroso de la legalidad, desea manifestar su perplejidad y su asombro por esta actitud tan pobre y tan mezquina como detentador de un cargo público que le obliga a una integridad que no vemos por ningún lado, estando acusado por la Justicia y sometido a ciertos correctivos, como hasta el más tonto puede observar, aunque no lo parezca, a tenor de lo visto y escuchado en mi pueblo.
Pero, claro, en estos casos y para estas cosas se necesita, sencillamente, lo que hay que tener.

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- Y ahora, ¿qué?

Bueno, pues ya tenemos al alcalde de Totana extra muros y los fans del pepé celebrando la excarcelación como si les hubiera caído la bonoloto. Porque aquí, en todo este busilis, nadie quiere ver el verdadero problema, que para mi no es que el alcalde haya sido encarcelado (ese es el suyo) sino lo que se cierne sobre nuestro pueblo, que es de todos y no de los especuladores de un lado y de otro.

Está visto que seguimos en las mismas: aquí nadie se preocupa del gran problema que representa para Totana la nefasta, triste y descarada política del partido gobernante vendiendo a trozos el pueblo para que, gracias a buena parte de los convenios urbanísticos (la pieza clave de todo este inmenso tejemaneje), los especuladores del suelo se hagan de inmensos beneficios, pagando como tributo al Ayuntamiento esa pasta que tanto alegró el panorama a estos aprendices de políticos municipales que les falta decencia política, bastante de ética y algo más de nobleza ciudadanía puesta a disposición del pueblo, tanto si los votó como si no, para reconocer el enorme disparate de lo que se quiere hacer con Totana. Yo me pregunto: pero ¿qué se han creído estos muchachos?

Que quiera volver es otra cosa y bien sabida a tenor de sus escritos, reacciones y vocación de primera autoridad que no ha perdido pese a lo que supone para un personaje público haber permanecido entre rejas con múltiple imputación delictiva tan largo espacio de tiempo. Es muy posible que los “suyos” obvien todo esto y mucho más, pero por el pueblo todavía quedamos muchos ciudadanos que tenemos un sentido algo más decente de lo que es actuar en política y un sentido bastante más sensato de la acción de la justicia, que no nos prestamos al bulo, la crispación y el insulto, tres pilares muy sólidos que vienen siendo puestos en solfa por la orquesta sinfónica del pepé nacional, que no para de ofrecer conciertos, bastante desafinados, por cierto.
Ha finalizado la primera fase, que podríamos llamar de “aviso a navegantes”. Ahora debemos esperar a las siguientes entregas de esta apasionante novela de la que sólo nos han llegado un par de capítulos, pues, como solemos decir, “esto empieza ahora”, ¿o no? Y a tenor de lo que vayamos viendo pues iremos pronunciándonos en éste y en otros escenarios donde tan amablemente y con interés se nos ha acogido para expresarnos en libertad, después de mis dos malogradas experiencias mediáticas finales en Totana, que ya conoce toda la Región de Murcia. .
Es hora de aplausos, manifestaciones, rezos del santo rosario -¿por qué no?- pancartas, incluyendo la del “agua para todos”, hasta de una peregrinación al Paretón, si se presenta, sin olvidar que es una buena ocasión para desmontar el monumento a Santa Eulalia –ya saben mis lectores que, aun siendo santa de mi total devoción, no lo es en esa manifestación escultórica- y colocar la efigie de nuestro último alcalde electo o, si lo prefieren, reproducir en bronce una camiseta con la leyenda “yo también soy…”, que quedaría para los tiempos venideros, sobre todo si siguen gobernando los que están vendiendo Totana sin miramientos.
Todo eso está muy bien, digo yo, pero ahora, ¿qué?

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