- Oposición y huelga

Si en estos momentos es triste ostentar el título de “equipo gobernante del Ayuntamiento de Totana”, no me queda más remedio que otorgarle, en cierto modo, a la oposición el papel de comparsa de este cortejo fúnebre que, como en los sepelios de los negros norteamericanos, arrastran los sonidos de sus instrumentos de viento con viejas tonadas de sus gospels o de sus trabajos en esclavitud.

Es tan grotesca la situación que ha montado en su entorno este alcalde, que yo lo bautizaría como un auténtico monarca municipal, Martínez I el Increíble, que no sólo confunde el culo con las cuatro témporas a raíz de subrogarse los resultados de las pasadas elecciones y querer sacar tajada de ello, hasta tal extremo llega su falta de sentido del ridículo, sino que tengo la sensación de que tiene los cables bastante cruzados en la línea de flotación, que es por donde nos salvamos todos. Así que una vez comprobadas sus ansias de seguir tomándole el pelo al pueblo de Totana y de superarse a sí mismo, me pide el cuerpo pasar a lo que en tiempos franquistas se llamaba “agitación” y por lo que uno podía verse agraciado con algunos años de cárcel y sin fianza posible, porque ahora la cosa es mucho más fácil y sencilla. Miren ustedes: que van a empapelarte, pues nada, sueltas 200.000 euros, que es que me da la risa o se me escapa un “¡porca miseria”! por estas fianzas tan parcas, y se acabó el carbón, a guisar con leña.

Vengo observando con no poca resignación cristiana –por lo visto, es la mejor de todas- que la oposición en el Ayuntamiento de Totana, por su manifiesta buena fe, ha venido dándole cuartos al pregonero, alas a sus vuelos, árnica a sus momentos agónicos, aire al globo desinflado, en fin, aliento en el cogote al cadáver político del alcalde de Totana. Como corderitos pascuales, PSOE e IU-Los Verdes, a mi juicio, se han deslizado por la sinuosa pendiente que les ha brindado el personaje que Totana tiene de primera autoridad, (su ilustrísima y camino de reverendísima, de seguir la cosa así), y han picado como neófitos, pese a posteriores comunicados y ruedas de prensa aclaratorias, porque, pese a lo que digan, siguen asistiéndolo en la agonía administrándole el viático político.

Ha llegado el momento de plantar cara a la esperpéntica situación del Ayuntamiento de Totana y tomarse las cosas en serio. Para ello propongo a la oposición se declare en huelga de asistencia a plenos, convocatorias esporádicas, reuniones informativas y cuanto huela a huída hacia delante del alcalde, con rueda de prensa incorporada. Siquiera por un mes, para que se note. O dos, si no convoca nada. O tres, si persiste. Esto tendría la virtud de que sería un asunto tan sonado en toda España que la rentabilidad de la acción tendría carácter taumatúrgico, y lo mismo le daba un no sé qué a este chico y nos dejaba de una vez por todas.

Señores de la oposición, rojos del PSOE, verdes de IU, de otros colores si los hubiera: entren en la experiencia de dejarlos solos en el salón de plenos, manden sus votos en contra por correo electrónico, fax, mensaje o carta certificada con acuse de recibo y que los medios de comunicación se encarguen de decir por todo el país que en Totana tiene lugar la primera huelga de la oposición en un Ayuntamiento por indecencia política. Nos vamos a divertir de lo lindo. Analicen las consecuencias de semejante medida ante la insostenible situación de nuestro Ayuntamiento, con un alcalde excarcelado que se permite aprobar el Plan General de Ordenación Urbana, que huele a corrupción y que en parte es objeto de secreto de un sumario que estamos deseando conocer. ¡El colmo!

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- La pandilla

Sin duda alguna, el Ayuntamiento de Totana está gobernado por una pandilla al frente de un iluminado por el espíritu santo, pero con minúscula. Una pandilla que vuelve la espalda a hechos tan serios como que el alcalde que aderezó el guiso del Plan General de Ordenación Urbana para servir a la carta a mandarines nacionales y regionales del ladrillo, con la ayuda de algunos pinches de cocina que hoy siguen con el nuevo cocinero, otro que tal guisa, haya tenido que rascarse los bolsillos y reunir la tontería de 200-000 euros 200-000 por presuntas irregularidades en torno a lo que el pasado viernes, a la traicionera hora de las 8.00 de la mañana /esto es, con “mañanidad” y alevosía) aprobaban sus componentes en un acto todo lo legal que ustedes quieran pero también bochornoso, irresponsable y hasta irreverente.

Una pandilla que, teniendo al frente a un excarcelado (que también se rascó el bolsillo para poder salir a la calle) se permite presumir de que han “conseguido 10.000 votos de apoyo” (¡cuanta inocencia y desfachatez!) y eso les da derecho a abochornar a su pueblo, a sus gentes, a la democracia, a la justicia y al sentido común.

Una pandilla que cuando dejen de pertenecer a ella volverán al pelotón y posiblemente sean señalados con algún dedo por haber formado parte de los que se aferraron a un asunto tan feo, tan sucio, tan oscuro y tan denigrante que cuesta trabajo pensar que haya sacerdotes que recen a favor del delito, ciudadanos que se manifiesten y aplaudan hechos tan graves que han merecido una temporada de cárcel no prolongada en ambos casos por haber soltado la pasta salvadora, como así contemplan nuestras leyes, leyes que son aplaudidas en estos casos por los mismos que denuestan las que conducen a los infractores a la cárcel, así de sencillo y contradictorio.

Una pandilla que anda jugando con el porvenir de Totana, poniendo en manos de los que les importa un pimiento el equilibrio del futuro para nuestro pueblo la posibilidad de cubrir de cemento parajes de campo, sierra y donde haya que llevar las excavadoras, engañando al personal con pan para hoy y hambre para mañana.

Una pandilla que piensan que la mayoría absoluta es hacer lo que les venga en gana, aunque las manzanas están bastante podridas y es muy probable que se les indigeste a más de uno, empezando por los “ilustrísimos señores” alcaldes, sobre todo el que tenemos en ejercicio, un caso nacional de caradura política que pasará a la historia, a esa triste historia de Totana, que ha empezado a escribirse con esta pandilla.

Una pandilla, en fin, que sitúa a Totana en una posición bochornosa por el ridículo que estamos protagonizando desde que se destapó la “operación Tótem” que no ha dejado de expandir sus efluvios por un pueblo que no se merece tanto fundamentalismo político, tanta ignorancia, tanta irresponsabilidad y tanta osadía por parte de esta pandilla gobernante.

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- Señores Martínez y Morales, ¡márchense ya!

Tras la visita de Juan Morales a la Sala de lo penal del Tribunal Superior de Justicia de Murcia, que no fue, precisamente, la visita del médico, ya tenemos sobre el papel, mientras el secreto de los sumarios andan bajo siete llaves, un panorama más completo de las actuaciones por las que son imputados esta saga de alcaldes del pepé (uno, el maestro; el otro, el oficial, pero, ¡hay que ver!, no sabe, no contesta).

De momento, la “libertad” les va a salir a ambos por los 45 millones de pesetas (¡quién lo diría, señores alcaldes!) retirada de sus respectivos pasaportes (¡quién lo iba a imaginar, ilustrísimos!) visitas de control al Juzgado de Totana (ya ni se fían de sus autoridades), amén de la espada de Damocles que pende sobre ellos. O sea, un alcalde imputado en ejercicio y un diputado que se resiste a ejercer pero no a cobrar, apoquinando viruta para no ir a la cárcel. ¿Qué clase de alcalde es éste, qué clase de diputado es aquél, y qué clase de pueblo es ese que los aguanta?

Hoy me reitero en que Totana no se merece esta vergüenza y este oprobio que están protagonizando estos dos cargos públicos que andan circulando bajo fianza y tomándole el pelo a la democracia (que no sé si tiene pelo, pero de esta se queda calva en mi pueblo), echando aceite por todos lados por su falta de ética y, a pesar de sus hinchas, burlándose del pueblo todo de Totana, que bastante tiene con este par de fichados por toda la prensa nacional y que tan descaradamente están ensuciando la vida municipal de la noble Deitania, que no el nombre de Totana, como pretende la plataforma de los íntimos del alcalde, en todo caso ensuciando sus propios nombres y apellidos, no se confundan.

En repetidas ocasiones he expresado las sensaciones que me produce esta historia de burla, descaro, desvergüenza y falta de ética, políticamente hablando, que estamos viviendo con la contumacia del alcalde, a la que ahora se une la del diputado al recibir el primer aviso. ¿Se imaginan ustedes la que habrían armado en Totana los señores del pepé, con los hoy encausados a la cabeza, en el caso de que esta plaga de corrupción se originara en un partido de la izquierda y siguieran en sus cargos? Veamos: caceroladas, manifestaciones (con posible asalto al Ayuntamiento e intentos de agresión a la primera autoridad, repitiendo escenas vividas de años atrás), coches con altavoces calentando a la población, pancartas hasta en las iglesias (con permiso de los párrocos, claro), concentración en la Balsa Vieja (con paella, faltaría más), machaqueo sin respiro en los medios de comunicación afines. Etc.

Por otro lado, el todavía diputado señor Morales, en baja laboral transitoria por brazos caídos, amparado en las prebendas de su plaza como “padre de la Región”, en expectativas de sumario, aunque los jinetes del Apocalipsis del cohecho cabalgan por el valle del Guadalentín, ha debido despertar un “mosqueo” de aúpa entre los jueces, a tenor de los 200.000 euros que le han endilgado para evitar la excursión a Sangonera. Pero aquí no pasa nada, aunque hayan tenido que pagar (¡y cómo!) por su “libertad”. Patético en un cargo público.

Y continúan en sus puestos, uno gobernando el pueblo (¡qué vergüenza!”) y el diputado cobrando de todos los murcianos, y sin trabajar. No está mal. ¡Qué bien se lo montan estos señores que bebieron en las fuentes políticas de la decencia y el orden de un partido de tan exquisitos vuelos. Habría que preguntarle al señor Rajoy, a ver qué opina, porque el señor Valcárcel está siempre a por uvas en estas cuestiones.

¿Me quieren decir ustedes cómo se puede tolerar –porque aguantar ya veo que se aguanta- esta situación tan denigrante? Y, mientras tanto, el alcalde, que vive una situación de trato como un vulgar delincuente, sigue convocando plenos y reuniones con los grupos de oposición, haciendo un alarde de ridículo político a diestro y siniestro, protagonizando, en fin, una de las más tristes páginas de la historia municipal de Totana.

Sin el más mínimo deseo de emular a ese gran monstruo de la política mundial que fue don José María Aznar, el comisionista, ante este feo asunto de la “corrupción masiva”, vamos a empezar a ir diciendo “señores Martínez y Morales, ¡márchénse ya!”, puesto que, por lo visto, no hay nadie que los pueda echar. De momento.

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- El oficio de alcalde

El safari de alcaldes de la Región de Murcia acaba de cobrarse una nueva víctima –el de Torre Pacheco, otro “buen chico”, a juicio de los vecinos-, que, ingresado en la reserva carcelaria de Sangonera, ha arrastrado a la cúpula de Polaris World, dueño y señor de todos los terrenos de cacería de la zona, con lo que la lista de alcaldes imputados se acrecienta y llega ya a los 16 (15 del PP, 1 del PSOE, ¡vaya por Dios!).

El asunto devuelve nuestra atención, en concreto, al caso del alcalde de Totana, con una trama digna de kilométrica telenovela, y en general al resto de la tropa de primeras autoridades encausadas por un ancho espectro de delitos que están poniendo en seria cuestión el concepto que siempre se ha tenido de lo que representa la figura del alcalde.

El oficio de alcalde siempre nos pareció muy digno, honroso y lleno de matices que lo convierten en una figura de gran representatividad y noble dedicación. En el siglo XVIII, tras los Decretos de Nueva Planta, la nueva organización territorial de los Reinos Hispánicos tras la Guerra de Sucesión a la Corona de España, vinieron los Alcaldes Mayores, ciudadanos de carrera, preferentemente abogados y algo ilustrados en cuestiones de armas, que se hicieron cargo de los Ayuntamientos, ejerciendo desde sus adecuados conocimientos.

En Totana, la Alcaldía Mayor se creó el 27 de noviembre en 1713. El alcalde era nombrado directamente por el rey. El primer Alcalde Mayor de la villa de Totana, con los cargos de Juez de Residencia y Capitán a Guerra, fue don Jerónimo Osilia y Rayo. Con la dedocracia franquista, llegaron a las alcaldías los adeptos al régimen, uniformados con la camisa azul. Como había que reconstruir España y tirar hacia adelante “por la patria, el pan y la justicia” (sobre todo, por el pan, que era con lo que se podía mojar en la “fritá” y engañar al hambre en que nos sumió la cruenta guerra civil, que le salió de sus bolines a Franco) pues no había tiempo ni dinero, ni ansias, de pensar en otras cosas, hasta que con el correr de las décadas llegamos a la fiebre del ladrillo, momento en que algunos de nuestros alcaldes empiezan a hacer de las suyas y, por tanto, a denigrar las instituciones con sus malas artes.

Y en estas andamos. En muchos casos, ciudadanos de absoluta mediocridad, sin preparación adecuada para gobernar la complejidad que ofrece el día a día de una población, saltan a la alcaldía de la mano de ideologías políticas que buscan los intereses de su clase empresarial y de negocios, finalizando algunos, como el alcalde de Totana y ahora el de Torre Pacheco, en la cárcel. Estos alcaldes, al margen de lo que la justicia sentencie al final del proceso, denigran la institución municipal, ensucian el buen nombre del oficio de alcalde y dan, de propina, una visión nefasta de la comunidad que, por las razones que fueren, los apoyan o los soportan desde que empezaron a percibirse los efluvios de los tarros de las esencias correspondientes a cada uno de los municipios imputados. Y, sin embargo, pese a las graves imputaciones, buena parte de sus pueblos los aclaman, montan plataformas, organizan misas y hasta hacen pucheros por los micrófonos. Nada mejor que un estómago agradecido.

Contrasta que pueda impedirse la presentación a la elección de alcalde el sólo hecho de tener una multa de tráfico pendiente de pago y, sin embargo, no pueda ser fulminado en su puesto por haber estado en la cárcel y estar imputado por los cuatro puntos cardinales del delito administrativo y otros castigos que estamos cansados de repetir en estos artículos que, entre otras cosas, tratan de denunciar posturas tales como la indignidad, la desfachatez, con sus sinónimos ‘descaro’ y ‘desvergüenza’, de quien sigue ostentando un cargo público basado en la confianza y en la honradez y que, por su parte, lo asume como una prebenda de un partido político que prácticamente lo ha desahuciado y despreciando la honorabilidad de un oficio tan antiguo, tan noble y tan representativo.

En Totana y en otros lugares de la Región de Murcia, el oficio de alcalde está, como se dice, “a la altura del betún”. Y conste, una vez más, que aquí no echamos sentencias a nadie, que eso lo harán los jueces. Hablamos de responsabilidades políticas, que esta tropa no está dispuesta a asumir. De lo que ya estamos hartos, “ilustrísimos señores” alcaldes.

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- Totaneras, premios y “política educativa”

Totana, que viene siendo noticia desde diciembre pasado por la estrepitosa situación de su Ayuntamiento y sus inquilinos (el culebrón en torno al alcalde, severamente expedientado y en libertad bastante condicionada; secretaria circulando bajo fianza, arcas en estado de coma, diversas actuaciones que rozan el ridículo, la venganza y la desvergüenza política...), se sacude por unos momentos su triste mediocridad y nos regala la buena noticia de que varias ciudadanas de este malparado pueblo de mis amores han proyectado un poco de luz tras conseguir valiosas distinciones en diversos campos de actividad.

Ante todo, hay que decir que al tratarse de personas de ideología progresista, así como el protagonismo de asociaciones anti-urbanismo salvaje (los enemigos a batir por el fundamentalismo gobernante en Totana) no han recibido ninguna clase de eco por parte de medios y autoridades locales.

Totana, tras este largo periodo de mediocridad, ve cómo Catalina Parra, conocida poetisa totanera, es galardonada con el Premio Internacional de Poesía “Miguel Hernández” (12.000 euros y la publicación de su libro “Coma idílico” por una editorial de primera línea). Por su parte, Marcela Crespo, argentina afincada en Totana, amenazada por alguna tropa de vecinos por sus actividades informativas, ve gratificados sus muchos esfuerzos por su lucha por la preservación del medio ambiente y las raíces culturales murcianas con el “Premio Boina 2008”, concedido por la prestigiosa coordinadora “La Región de Murcia no se vende”, que ni todos los medios de comunicación locales tributarios al poder ni las descalificaciones más groseras y deleznables por parte del pepé, huestes y mesnadas en pleitesía, han podido hacer mella en su buen nombre, sus nobles objetivos y su impecable trayectoria. Marcela lo dijo: “No nos callarán porque tenemos libertad”. E hizo un significativo gesto troceando con sus manos un ejemplar del Plan de Ordenación Urbana de Totana, el documento reo del tejemaneje del partido gobernante. Y finalmente, dos totaneras más, Francisca García López y María Alonso Tudela, pedagogas del Instituto E.S. Prado Mayor, han visto premiado el proyecto de la primera con el Premio “Pizarra de Plata” al esfuerzo y valores en la educación, por la Comunidad Autónoma.

Hasta aquí, la triple buena noticia de lo que constatamos como una corriente de aire fresco en medio de esta etapa estigmatizada por la avalancha de presunta corrupción levantada por la autoridad judicial, que en mi pueblo se trata de encubrir con argumentos donde el surrealismo se ve mezclado con la más pedestre ignorancia, una especie de fe ciega y tribal y unas ansias de revanchismo político que sólo se sostienen desde posiciones ultras.

El esfuerzo y los resultados obtenidos por este grupo de mujeres de formación tan dispar contrasta con la cicatera política educativa de nuestro Ayuntamiento, que con un presupuesto total de 2.400 euros se permite la jeta de montar un programa de “premios educativos”, que llaman “certamen”, como si se tratara de habaneras, con premios de 600 y 300 euros, con fotos de autoridades, canapés, folletos, etc., todo incluido.

Un Ayuntamiento que se permite echar millones a la olla dando al pueblo soberano sus mejores ejemplos de “panem et circus” con sus conocidas versiones de “paellas y votos” o “roscón y votos”, que con el anterior alcalde, actualmente en expectativa de destino, llegaron a alcanzar posiciones culminantes en el comedor de campaña del pepé totanero, esto es, la plaza de la Balsa Vieja (¿le cambiarán algún día el nombre?), dedica 400.000 pesetas 400.000 a su raquítica política de incentivos educativos, poco más, o quizá menos, de lo que cuesta tirar cohetes y alguna traca en honor de Santiago Apóstol en sus fiestas (Santa Eulalia hay que dejarla siempre aparte). Es la clásica política de repartir trocitos de tarta para que asociaciones, colectivos, medios de comunicación. etc. vayan tirando y, a cambio, se cuente con actitudes tales como el silencio, la adulación, el apoyo incondicional, la ausencia de crítica, el chaqueteo descarado, puesto que, en caso contrario, la vaca deja de dar leche. Lo último en economía totanera lo acaba de anunciar el alcalde, que no tiene la suficiente vergüenza y ética políticas para marcharse (dice que se queda hasta que los jueces ordenen lo contrario, ¡¡¡toma ya!!) y hace sonar los tantanes convocando a la oposición para estudiar su “plan de reactivación económica”, aquel que nos anunció desde su mística cárcel, y que, como su nombre indica, evidencia una gestión negativa al frente del gobierno municipal cuyos milagros dependían directamente de los convenios urbanísticos, por los que andan tan desmadrados.

Enhorabuena a estas totaneras que con su alto nivel y su notable esfuerzo han destacado por encima del triste panorama que se ha instalado en Totana desde que nuestro Ayuntamiento, por culpa de los continuos desatinos que en él tienen lugar, anda como la copla: de boca en boca.

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