- Peladillas de Navidad



Otro año soñando con la estulticia del Guinness a propósito del roscón de Inocentes, aunque se empeñen en decir que es de Reyes, servido por el baranda y su apostolado, con la profunda pretensión de lograr el récord de si es el más largo o el de más huevos de doble yema. Noble y honroso galardón que es uno de los chupetes que muchos alcaldes y concejales faltos de despabilamiento cultural gustan succionar, a falta de mayores ambiciones. Pero ¡bien! por nuestros pasteleros totaneros.

Al Guinness habría que llevar al todavía alcalde por varios conceptos, a ver si le daban alguno: por obstinado, por desvergonzado político, por desprestigiar a

su pueblo, menos a los que le siguen tan ciegamente, personal merecedor de un estudio aparte por tener tan peregrino concepto de la justicia y la ética profesional. También habría que llevarlos al Guinness, para que no sea todo salir en Canal5, Interviú y la prensa canallesca, que nos están sacando los colores por todos lados, mientras la hinchada de Andreo tan campante

¿Tendremos felicitación navideña del desilustrísimo alcalde de Totana? El año pasado, desde el enrejado Sing-Sing murciano, vamos, el Sang-Sang, se permitió mandar a la imprenta y luego al pueblo que me quiere tanto una tierna y dulce tarjeta con un escrito que más parecía un editorial o un capítulo de telenovela que una felicitación navideña. Este año, podría hacer otra tarjeta con cargo al presupuesto incluyendo algún recuerdo en plan lírico de las bragas de la alcaldesa de Fuente Álamo, a la que tan fina y solidariamente aludió nuestra primera autoridad (¿?¿?) en una de sus ya famosas conversaciones telefónicas sobre el reparto de comisiones en la “Operación Tótem”, en la que el diputado y el alcalde ponían en venta el futuro de Totana por unos milloncejos de euros al bolsillo. Y todavía hay quien los aplaude pese a que el pueblo de Totana, entre otras cosas, pagó unas vacaciones a las llamadas brasileñas (eso sí, claro, faltaría más y por supuesto, gracias a un convenio cultural laboriosamente trabajado por el entonces alcalde Morales), alguna que otra mariscada por la ría de Vigo y lo que se presentara por los restoranes murcianos (que para algo están los gastos de protocolo, esos que acaba de subirse el señor Andreo, muy a su pesar, desde luego).

Estamos deseando que nos llegue una nueva felicitación donde se nos hable, por ejemplo, de su
pesebrismo político; de su portentoso plan de rotondas, donde supera todos los récords establecidos o por establecer; de cuando piensa dimitir, si la vergüenza le vence algún día, o de lo filosófico y trascendental que se puso en la cárcel en aquellos días de exaltación del pueblo clamando contra esa justicia tan roja y zapatera que nos ha tocado en suerte, queridos amigos, no pidiendo más justicia que la de Dios porque estos jueces, según la vox populi andreista, no dan una a derechas, sobre todo a derechas. Y luego de leer la felicitación, se coge uno la revista Interviú y le da un buen repaso para refrescarse la memoria de quien nos ha tocado en suerte al frente de los destinos del pueblo de Totana por la vía administrativa con este personal, al que pueden seguir aplaudiendo.

Pese a la Navidad, nos han tocado unos días convulsos de crisis económica y escándalos de corrupción con 15 alcaldes del pepé imputados, algunos con parada y fonda en la cárcel, pero que ahora se tratará de disimular con roscones, felicitaciones y mensajes estereotipados, engañifas, haciéndose los suecos, aunque alguno haya nacido en El Paretón, cursiladas con los mayores, villancicos andaluces por la megafonía, y desmentidos que vienen a confirmar lo que se sospecha, ruido de sables o de cucharillas en el plato del todavía alcalde con vocación de héroe, Mesías y mártir, porque su vocación de alcalde mejor que se la guarde para otros menesteres.

Desde luego que Navidad es una buena época para dimitir. Todo se diluiría en el ruido, en las musiquillas, en el fragor de los ágapes. Pero no. Nos ha tocado aguantar a este tío que está llevando el nombre de Totana a “la charca” de la que el otro día nos hablaba Interviú, y mucho me temo que el susodicho se nos va a poner sensiblero, meloso y hasta folklórico en estos días. Sólo le falta vestirse de Papá Noel, de rey mago y de Pinocho.

¡Felices Pascuas!

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