- Y ahora, ¿qué?

Bueno, pues ya tenemos al alcalde de Totana extra muros y los fans del pepé celebrando la excarcelación como si les hubiera caído la bonoloto. Porque aquí, en todo este busilis, nadie quiere ver el verdadero problema, que para mi no es que el alcalde haya sido encarcelado (ese es el suyo) sino lo que se cierne sobre nuestro pueblo, que es de todos y no de los especuladores de un lado y de otro.

Está visto que seguimos en las mismas: aquí nadie se preocupa del gran problema que representa para Totana la nefasta, triste y descarada política del partido gobernante vendiendo a trozos el pueblo para que, gracias a buena parte de los convenios urbanísticos (la pieza clave de todo este inmenso tejemaneje), los especuladores del suelo se hagan de inmensos beneficios, pagando como tributo al Ayuntamiento esa pasta que tanto alegró el panorama a estos aprendices de políticos municipales que les falta decencia política, bastante de ética y algo más de nobleza ciudadanía puesta a disposición del pueblo, tanto si los votó como si no, para reconocer el enorme disparate de lo que se quiere hacer con Totana. Yo me pregunto: pero ¿qué se han creído estos muchachos?

Que quiera volver es otra cosa y bien sabida a tenor de sus escritos, reacciones y vocación de primera autoridad que no ha perdido pese a lo que supone para un personaje público haber permanecido entre rejas con múltiple imputación delictiva tan largo espacio de tiempo. Es muy posible que los “suyos” obvien todo esto y mucho más, pero por el pueblo todavía quedamos muchos ciudadanos que tenemos un sentido algo más decente de lo que es actuar en política y un sentido bastante más sensato de la acción de la justicia, que no nos prestamos al bulo, la crispación y el insulto, tres pilares muy sólidos que vienen siendo puestos en solfa por la orquesta sinfónica del pepé nacional, que no para de ofrecer conciertos, bastante desafinados, por cierto.
Ha finalizado la primera fase, que podríamos llamar de “aviso a navegantes”. Ahora debemos esperar a las siguientes entregas de esta apasionante novela de la que sólo nos han llegado un par de capítulos, pues, como solemos decir, “esto empieza ahora”, ¿o no? Y a tenor de lo que vayamos viendo pues iremos pronunciándonos en éste y en otros escenarios donde tan amablemente y con interés se nos ha acogido para expresarnos en libertad, después de mis dos malogradas experiencias mediáticas finales en Totana, que ya conoce toda la Región de Murcia. .
Es hora de aplausos, manifestaciones, rezos del santo rosario -¿por qué no?- pancartas, incluyendo la del “agua para todos”, hasta de una peregrinación al Paretón, si se presenta, sin olvidar que es una buena ocasión para desmontar el monumento a Santa Eulalia –ya saben mis lectores que, aun siendo santa de mi total devoción, no lo es en esa manifestación escultórica- y colocar la efigie de nuestro último alcalde electo o, si lo prefieren, reproducir en bronce una camiseta con la leyenda “yo también soy…”, que quedaría para los tiempos venideros, sobre todo si siguen gobernando los que están vendiendo Totana sin miramientos.
Todo eso está muy bien, digo yo, pero ahora, ¿qué?

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