- Un poco de cordura, por favor

He dedicado bastantes años a indagar e interesarme por las cosas de mi pueblo, buscando siempre el dato de interés para ir recomponiendo situaciones y momentos históricos, ver cómo afrontaron los totaneros de otros siglos los problemas importantes que tenía Totana, en fin, cómo anduvieron por los tiempos históricos en busca de una vida apacible en este rincón tan hermoso que se nos ha regalado. Por ahí andan algunos libros que tuve el placer de escribir y que se unen, modestamente, a ese magnífico conjunto bibliográfico sobre Totana con que contamos hoy.

La historia de Totana está salpicada de sucesos de toda condición: guerras, malas cosechas. falta de agua, condiciones miserables de existencia y, claro que sí, momentos o situaciones de gran alegría: el origen de nuestras fiestas de Santa Eulalia, la construcción de la nueva ciudad, la traída del agua de La Carrasca a la fuente de la plaza, la alegría general por ir consiguiendo, paso a paso y pagando lo reglamentario a Sus Majestades, los títulos de “noble”, “leal” y “ciudad”, que son nuestros mejores blasones como pueblo trabajador, solidario ante las peores situaciones y acogedor por naturaleza.

Este largo pero necesario introito viene a cuento de la lamentable situación por la que está atravesando Totana a raíz de la “operación Tótem”, cuyo resultado más espectacular y debatido ha sido la encarcelación de nuestro alcalde, hecho singular en la España democrática y que muchos de los totaneros han interpretado a su manera, subvirtiendo el sentido común y la cultura de la imputación de delitos con puestas en escena donde no han faltado los insultos, la sinrazón y, en fin, toda una llamada a la jihad pepera, ofreciendo un espectáculo al país que ha posibilitado que ya nos conozcan en la otra media España que no nos conocía. Con el añadido de que, a causa de tanto dislate, estamos siendo el hazmerreír de cuantos conocen las variopintas, esperpénticas y surrealistas situaciones que nos ha tocado vivir en este culebrón ladrillero. Y esto, lamentablemente, va a pasar a forma parte de nuestra historia.

El tono actual del debate no me gusta un pelo. Desde luego, no soy el primero que lo dice y no me resisto a pedir un poco de cordura en lo que estrictamente es una cuestión política y que el pepé –digámoslo sin ambages y sin intenciones aviesas- está conduciendo el tomate como este partido suele freírlo, que no hay más que ver el comportamiento de la sección episcopal del partido (más que obispos parecen avispas revoloteando) para darnos una idea de hasta qué extremos llega el pensamiento de la derecha española.

Me dicen y me cuentan que se están estableciendo distancias entre muchas personas de signo político diferente, que en determinados momentos el ambiente resulta poco agradable, electrizante en ocasiones. ¿Qué se puede esperar de todo esto cuando hasta el mismo equipo de gobierno lleva a cabo declaraciones de carácter incendiario, lamentables cuando menos, en unos momentos en los que se precisa un poco de cordura y bastante honradez para afrontar los problemas que ellos mismos han originado con su política de convenio urbanístico y tente tieso.
¿Y qué me dicen de eso de confeccionar una lista de establecimientos comerciales cuyos propietarios están vinculados a la derecha? Eso me parece llegar demasiado lejos. A un servidor, con todos los respetos a la libertad de expresión, no le parece de recibo aportar estos datos en una discusión política como arma arrojadiza. Sencillamente, no, y lo lamento.

Estos días he escuchado al alcalde, que, como si aquí no hubiese pasado nada, desea hacer “campaña de imagen de Totana”, reunirse con colectivos (seguro que buscando su apoyo), paseándose por los foros regionales para ir tonificando el cuerpo y su doctrina, queriendo implicar –¡esto si que es gordo!- a la ciudadanía para que todo vuelva a su cauce. Y, encima, como es tan democrático el alcalde de Totana (todavía) se le ocurre decir que la manifestación del sábado, organizada por personas que no quieren ver la Región de Murcia vendida desde la impunidad de los Ayuntamientos, tiene el objetivo de crispar el ambiente. Me da pena ver que mi pueblo está gobernado (todavía) por un alcalde que hace estas declaraciones y que está ocupando un sillón que se lo habrán dado los votos pero que los acontecimientos últimos lo desacreditan para seguir sentándose en él. Además, ¿cómo puede un pueblo tener un alcalde que tras ser excarcelado está obligado a presentarse semanalmente en el juzgado de su pueblo y requisado su pasaporte? Medidas cautelares, desconfianza, fianza, imputaciones... Y nos habla de campaña de imagen del pueblo que se empeña en dirigir. ¿No sería mejor que se ocupara de la suya y dejara a Totana tranquila?

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