- Hace un año



Por estos días se cumple un año del inicio en Totana de una lamentable historia política que desde entonces viene percutiendo a modo de cañonazos en la línea de flotación de mi pueblo, por mucho que se empeñe en lo contrario la derecha cavernícola, exultante de amor fraternal, por llevar a un alcalde poco menos que a los altares, en una esperpéntica y sacrílega aventura de aumentar el santoral civil con la figura de un político con experiencia carcelaria e imputado por una ristra de delitos que sus seguidores, por arte de no sabemos qué fórmula magistral, tratan de convertir en “los milagros del santo José”.

Se cumple un año desde que la variopinta clientela del oscuro alcalde Andreo se lanzó a la calle, mostrando lo peor de su horizonte cultural en materia ciudadana, en una versión despreciable de
moderna, fundamentalista e hipotética Fuente Ovejuna. Hace un año, más o menos, del parto de una “plataforma” que confundía el culo con las cuatro témporas, clamando por “el buen nombre de Totana” cuando en realidad no existía ninguna duda de que el único clamor era la mala fama que iba a cobrar el alcalde que cruzó el Guadalentín (nuestro particular Mississipi) para pasar dos hojas del almanaque en la prisión de Sangonera. Y se cumple un año desde que el pueblo de Totana entró en una dinámica de enfrentamiento absurdo y cateto promovido desde el pensamiento derechón que expresa a las claras cómo se las gasta el personal por defender a ultranza a un excarcelado que sigue con muchas cuentas pendientes con la Justicia. ¡Insólito, por no decir increíble pero cierto! ¿Hay algún pueblo que dé más?

Estamos a las puertas de que se cumpla un año de aquella cita de los seguidores del nuevo Mesías de la política totanera en los aledaños de la prisión, destino singular de una romería-peregrinación (faltaron pañuelos rojos con algún lema reclamando al ídolo) adonde acudió una nutrida tropa de estómagos agradecidos, amigos del encausado, chupacirios, comulgantes políticos de oído y algunos llevados de su buena fe, que Dios se la conserve. A partir de entonces, ya se sabe: manifestaciones, insultos, enfrentamientos entre conciudadanos, pancartas en los Plenos, firmas en el “mercao” para salvar del oprobio a quien ha llevado a Totana a las más altas cotas de lo rocambolesco y lo carpetovetónico.

Para difundir convenientemente la doctrina de los beatos imputados Andreo y Morales, sugerimos a sus devotos fieles la edición de un cedé con las conversaciones telefónicas sobre las comisiones en juego
(“Que si son mías, que para eso estoy yo... Que si esto es para nosotros pero que no se entere ni Dios…”),
en un disco compacto doble al precio de uno, vamos, en oferta, extraídas del sumario de la “Operación Tótem” y ampliamente publicadas en la prensa regional y cacareadas por algunos canales de televisión nacionales, para ignominia del pueblo de Totana, donde, por lo visto, tantos han sido alcanzados por el beneficio del clientelismo político de esta pareja de alcaldes peperos: empleos municipales, subvenciones, exclusivismos editoriales, concesiones de servicios y esas dádivas que el poder suele otorgar a sus incondicionales con tal de que lo sigan votando, defendiendo o, en su caso, silenciando sus despropósitos.

No nos gustan estos aniversarios, sobre todo cuando vemos, estupefactos, que este personaje, ya sin partido político que le ladre, aunque le dan serenata los 12 apóstoles de su cuerda, se pasa la democracia, la decencia, la imagen de Totana y tantas cosas por salva sea la parte ante la mirada complaciente de los mandarines del pepé murciano, que consienten que el apostolado totanero sostenga en su sitio a este protagonista de la historia más negra de mi pueblo. Todos los del otro lado nos lo preguntamos: ¿Por qué no actúa Valcárcel, ahora que tiene a 14 alcaldes de su partido imputados por presuntos delitos de corrupción urbanística? ¿Cuántos espera tener?

¡Qué tristeza me da ver al todavía alcalde de Totana, este campeón de la mediocridad y el caradurismo aparecer constantemente en todas las fotos, hasta en las de los actos más insignificantes! Un personaje que ha perdido parte de sus derechos de ciudadanía y que circula porque la Justicia se lo permite al cobrarle peaje, y, encima, se permite vituperar a la oposición por pedir con todo su derecho que se largue de una vez.

En fin, ahora hace un año que Totana dejó de ser lo que era por esa siniestra forma que aquí se tiene de entender la política desde la derecha y por estar gobernada por la inverecundia de un señor políticamente impresentable.

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