- ¿Qué pasa en mi pueblo?


Por lo visto, Totana, mejor dicho, parte de Totana, está perdiendo los papeles. En todo este maremágnum que se ha organizado a partir de que la justicia está intentando poner a cada uno en su sitio por el enorme escándalo destapado en torno a las irregularidades de un convenio urbanístico de 5.000 viviendas, ya de dominio público nacional, por obra y gracia de los últimos gobiernos municipales del Partido Popular, el pueblo de Totana, digo, partidario de convertir en héroe o mártir de la causa a su alcalde, olvida otras muchas cosas que, a mi juicio, tienen una importancia extrema en este feo asunto.

Mis paisanos han salido a la calle a presionar a la justicia, ignorando la prohibición gubernamental, concejales del partido gobernante incluidos. Lo único que falta ya es que organicen una paella en la Plaza de la Balsa Vieja y tiren una traca en honor del alcalde, con vivas y aplausos a la burla de la justicia de la que hace ostentación Morales por no brindarse a rendir cuentas ante ella como el resto de sus paisanos, y encima cobrando del presupuesto público.

Por lo visto, mis paisanos pro-alcalde nada quieren saber de lo que de cierto y sospechoso pudiera haber en la política urbanística de nuestro Ayuntamiento, que es capaz de aprobar convenios que contemplan la edificación de más de 25.000 viviendas (¿con qué perspectiva, vergüenza y rigor se aprueba un disparate de este calibre?), muchas de ellas en lugares tan emblemáticos como Las Cabezuelas o en los límites de Sierra Espuña, exponente de la incompetencia y la irresponsabilidad política, civil y ciudadana de los que han aprobado esa especie de venta del pueblo para devorar a base de ladrillos un pueblo que se ha ido formando a través de los siglos y que ahora ha quedado al capricho de esta panda municipal de inútiles que no dudan en sacar su pueblo a subasta en una de las acciones municipales más desastrosas que se nos ha permitido contemplar en la historia de Totana. Con un poco de vergüenza torera, capearían el temporal dimitiendo en bloque pero estas disciplinas no están en los códigos ni manuales de la derecha española. Habrá que seguir soportándolos.

Pero muchos de mis paisanos no quieren saber nada de esto o, simplemente, a tenor del contenido de las concentraciones, están conformes con esta depredación urbanística que merece un juicio histórico muy severo en este pueblo tan desinformado, tan manipulado y tan peculiar que aplaude por ir a la cárcel y no es capaz de poner unos gramos de razón para intentar comprender la amenaza que se cierne sobre Totana y los más que probables manejos y entresijos de algunos de estos convenios urbanísticos –no me refiero a todos, evidentemente- que ahora están absolutamente cuestionados por el grado de contaminación que pudieran tener.

Resulta penoso y triste comprobar cómo los que presionan a la justicia en mi pueblo no son capaces de aproximarse a la realidad de lo que está sucediendo, salvo que pensemos que están de acuerdo con estos serios brotes de corrupción. No veo por donde coger el asunto, créanme. A mi me parecería bien que los seguidores del alcalde, militantes y simpatizantes del PP adoptaran una postura de cierto apoyo a la presunción de inocencia de nuestra primera autoridad, presunción que a todas luces se esfuma y diluye por la decisión de llevarlo a la cárcel sin fianza.

Muy al contrario, se decide organizar concentraciones de presión, donde el insulto a los medios de comunicación que se dedican a informar y a opinar (los de fuera de Totana, claro), a los partidos de la oposición y simpatizantes es el argumento central de tan sesudas convocatorias; se decide montar una plataforma por el buen nombre de Totana, en el colmo de la sensiblería y la inopia, cuando de lo que hay que defenderse es de los nombres de los que ensucian el panorama, pero Totana no necesita de semejantes historias nacidas en la mente de algunos descerebrados. Totana está muy por encima de tanta mediocridad, populismo y desfachatez de tantos que tendrían que empezar por párvulos para comprender y asimilar lo que es democracia y pluralismo, palabras y conceptos que los desbordan.

Desde que se destapó el frasco de las esencias ladrilleras en mi pueblo vía convenio urbanístico (ya decíamos tiempo atrás que algo olía a disparate y a podrido en nuestra Dinamarca murciana) no he dejado de escuchar simplezas en torno a un asunto que la justicia es la encargada de aclarar y no a través del berrinche político y la pataleta callejera que, en otra ocasión y esta vez con la oposición, no dudó en ponerse al lado del veredicto de esa misma justicia que hoy es cuestionada porque les ha tocado -¡y cómo!- a ellos. Y es que no es lo mismo predicar que dar trigo.

A todo esto y porque no sigo dando crédito a muchas cosas, no paro de preguntarme: ¿Qué pasa en mi pueblo?

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