- Totana en el club de famosos


Estos días muchos de mis paisanos andan de uñas, con esto de que Totana ha saltado a la fama nacional –y seguramente más allá- por culpa de la corrupción urbanística, y lo que te rondaré, pues esto no ha hecho más que empezar.

La buena o mala fama de nuestro pueblo, pese a los que confunden el culo con las cuatro témporas, está muy lejos de depender del grado de choriceo de algunos de nuestros paisanos y la millonaria profusión de impactos en los medios de comunicación de semejantes habilidades, como le acaba de suceder a algunos totaneros, de lo que Totana debe mostrarse absolutamente ajena. Lo sucedido en Totana, pese a ser notaria, notable y públicamente reprobado por la Ley, ha provocado manifestaciones a favor -al menos unos centenares de participantes, según la policía, y con cubata en mano, con número sin confirmar oficialmente, las peores y más desafortunadas palabras hacia los medios de comunicación no bendecidos por nuestros refinados y angelicales obispos, ataques a la oposición por “propiciar” semejante campaña pues hasta los más simplotes saben, como acaba de comprobarse en dichas manifestaciones, que los jueces están esperando a ver qué se les sugiere para ir mandando a la trena al personal que anda en edad de merecérselo.

Totana ha saltado justamente a la fama, y yo, como totanero devoto de Santa Eulalia e hijo de Santiago el Mayor, patronos que no se merecen los que andan metidos en perjudicar al pueblo bajo el que están invocados, aunque suban a El Rulo a recibir oficialmente a la Patrona y se paseen por nuestras calles con mucho aire de autoridad y muy circunspectos, me siento orgulloso de ser totanero y de celebrar –vamos a ver si es posible- que puedan evitarse todos los disparates urbanísticos que, como fantasmas esperando su turno de aparición, están al acecho en torno a nuestro pueblo, que ha tenido la desgracia de estar en el objetivo de los especuladores que se han visto apoyados por unos equipos municipales con un concepto triste y lamentable de hacer política y favorecer a unos pocos. Estamos en ascuas por ver lo que son capaces de hacer, después de este triste espectáculo municipal.

Hasta ahora no ha dimitido nadie, ¡faltaría más! Y eso que no son pocos. Veamos: los primeros, todos aquellos que estamparon su firma y prestaron su voz en las sesiones municipales que conducían inexorablemente a Totana hacia el cadalso urbanístico a golpe de amenazador convenio, denunciado por una Plataforma y por miles de alegaciones que nuestros gobernantes vienen escatimando, solapando, ignorando y cuanto de escamotearse trate porque ellos son así de arrogantes y para eso tienen la mayoría más mayoría, más libre, más histórica y más de lo que sea de la historia de Totana, así que ya lo saben. Es muy malo creer que la mayoría da derecho a vender el pueblo al capital.

Pero en el grupo de estos señores, nada más lejos que la dimisión. Ahí están los casos de un alcalde imputado y encarcelado y un diputado regional máximo sospechoso de todo este inmenso negocio –según cantan todos los medios de comunicación- que no renuncian a sus cargos y prebendas en beneficio de mejores tiempos, y es que cuando el servicio público se juzga como posible parte integrante de estrategias económicas y ambiciones multidisciplarias, sucede lo que sucede: la nobleza de la acción política –sustanciada aquí en la figura del aforado, como le sucede a nuestro paisano Juan Morales- sirve de pararrayos a la tormenta civil y quién sabe si penal. ¡Para qué seguir! Después de lo visto en la Diputación de Castellón con otro pez gordo de la derecha, nos lo creemos absolutamente todo. Hasta lo de los cubatas pidiendo la salida del Juzgado del alcalde de Totana en la carpa ferial.

Espero que mis paisanos –los que sean- dejen de avergonzarse de su pueblo, que no tiene ninguna culpa de lo que le están infringiendo desde instancias públicas y privadas, y que aquí no hay más vergüenza que la que no han tenido y no tienen cuantos andan metidos en este sucio asunto, merecedor de cualquier cosa menos de vítores, pareados a coro con ataques soeces a los periodistas que cubrían “la velada de los cubatas” (eso sí que nos debió de dar algo de vergüenza al escucharse en toda España) y opiniones –tan respetables como desafortunadas y del mundo de la ciencia ficción- que convierten a este “caso Totana” en una prueba de que, para algunos, ciertos delitos son dignos de aplaudir. Sencillamente, lamentable.

¿Algún comentario?

Deja tu opinión aquí

SUBIR