- ¿Dónde estaba Totana?


Totana, mi pueblo, una vez más, se ha mostrado con claridad y sin subterfugios como un notable ejemplo de sociología política digna de profundo estudio. A las esperpénticas respuestas colectivas de una parte de la ciudadanía a raíz de la encarcelación del alcalde de Totana, quien ha vuelto a sentarse en el sillón pese a no contar con la confianza de la Justicia e, imputaciones aparte, estar privado de parte de su libertad, convirtiéndose así en el alcalde más sui generis de la democracia española, hay que unir hoy la actitud del pueblo de Totana ante la manifestación del sábado contra el Plan General de Ordenación Urbana.

La manifestación, que contó con numerosa asistencia y participación venida desde muchos puntos de la Región, tuvo su principal enemigo en el ancestral miedo de mis paisanos a este tipo de pronunciamientos. Porque, habrá que decirlo, mis paisanos bien que se movilizaron cuando el pepé de la época del hoy en cárcel técnica y entonces alcalde Morales convocó y alentó, en un acto que ya los descalifica de por vida, el asalto al Ayuntamiento de Totana por la subida de impuestos, porque eso de que nos toquen el bolsillo...; o se movilizaron, también alentados por la misma fuerza política, a recibir a los sardineros para ser obsequiados con un pito, resultando vergonzoso ver al pueblo de Totana, vestido “de guapo” detrás de una charanga...; o se movilizan para arreglarse de migas o de roscón en actos políticos en el comedor de campaña del pepé, en la versión totanera migas y votos del panem et circus romano; o se movilizan para glorificar a un alcalde fichado por la Justicia, que ha tenido que depositar el equivalente a 11 millones de pesetas para ser excarcelado y poder circular, pero solo por territorio nacional.

Mis paisanos se mueven y se movilizan, ya lo creo, pero no ante ocasiones tan lúcidas y tan importantes como la del sábado, donde está en juego el porvenir del pueblo ante la amenaza de un superdesarrollo cimentado y levantado con los materiales de la corrupción, vendido a los mandarines del ladrillo que tanto les da destruir un yacimiento arqueológico que llevar la agresión a los límites de un parque natural, que desequilibrar parajes rurales, alterar el paisaje, y, encima, siguiendo las instrucciones de su patronal, tienen la desfachatez de crear, con este último alcalde, discípulo aventajado de Morales, el factótum de los 60 convenios urbanísticos 60, encima, digo, crean una concejalía de “desarrollo sostenible”. Y, encima, sigo diciendo, quieren pasar por el tubo, esto es, pasar bajo las horcas caudinas, el Plan General de Ordenación Urbana, que cuenta, como así se dijo en el manifiesto de la concentración del sábado, nada menos que con 4.500 alegaciones. ¿Dónde está la vergüenza para pasar por alto todo este catálogo de asaltos al sentido del equilibrio, a la ética, a la consideración de un pueblo, a la legalidad, a la responsabilidad política? Este equipo que trata de gobernarnos a su peculiar estilo –ignorando cuanto se opone a su manifiesta irresponsabilidad-, deberá dar cuenta a la historia de Totana si, Dios no quiera, este cúmulo de desgracias en cadena se llevaran a cabo.

Calles vacías, ventanas cerradas, indiferencia en los rostros, ausencias manifiestas... Totana ofrecía su aspecto más triste fuera de una manifestación que mostraba su alegría, su exquisitez de comportamiento, (sin necesidad de vigilantes de orden), su magnífico sentido cívico, ofreciendo una auténtica lección de cómo hay que organizar una concentración ciudadana sin insultos, sin ofensas, sin sectarismo, con la colaboración de ciudadanos venidos de fuera y que contribuyeron, por su número y por su calidad, a este desfile que espero haya dado una lección en todo sentido a los que entienden estas cosas como instrumentos de agresión y abierta beligerancia para batir al enemigo político (no les gusta el nombre de “contrincantes”).

Totana, en un sentido colectivo, pese a los muchos totaneros participantes, estaba ausente. Y eso se llama de varias maneras: miedo de algunos, desgana de otros, indiferencia de tantos, insolidaridad de no sé cuantos. Lo siento por mi pueblo, al que defiendo como mejor puedo. Por su parte, los que nos desgobiernan desde esa Plaza de la Constitución que clamaba “Gobierne quien gobierne, Murcia no se vende”, tienen la desvergüenza política de dar a la prensa una nota donde se tilda de “pantomima” a este magnífico ejemplo de comportamiento ciudadano. He de recordarles que han tenido que acudir al término que mejor les define en todo lo que está sucediendo en Totana. Pues ha sido toda una auténtica payasada cuanto han organizado en torno al alcalde (esta historia es el hazmerreír de la España democrática), que resulta ser el primer bufón de este gran circo que la derecha totanera ha montado en torno a una cuestión de honor de la que se están burlando con total impunidad, cortedad de pensamiento y largueza de irresponsabilidad.

1 Comentario:

Anónimo dijo...

QUE ES PARA USTED LA DEMOCRACIA?

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